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A VILAVELLA: El alma se adecúa insensiblemente a los objetos que...

Señor Tú regaste los campos de flores que llenan el aire de aroma y frescor, cubriste los cielos inmensos fulgores y diste a los mares su eterno rumor.
Doquier resplandece tu amor sin segundo, la tierra proclama tu gloria doquier, y en medio de esos signos que brotan del mundo yo quiero elevarte mi voz de placer.

El alma se adecúa insensiblemente a los objetos que la ocupan, y son las grandes ocasiones las que hacen a los grandes hombres.

Un saludo