¿OS suena la frase? Es la que utilizamos muchas veces los padres cuando vencen nuestros hijos.
Suele ir seguida de un "haced lo que querais” Eso significa arroz con tomate y huwvo, o macarrones con tomate o pizza.
La educación de los mas pequeños es fundamental para su futuro. Las piezas que no se pongan en la base es más difícil colocarlas en el tejado.
Es muy importante que los niños se acostumbren a tomar fruta, por ejemplo que tres días en semana desayunen solo fruta, ni galletas ni leche; que todos los días coman verdura, preferiblemente cruda, pero también puede ser en puré o ensalada.
Comento todo esto, para los padres, pero los abuelos podemos incidir en ellos, y esos días que están con nosotros ya sabéis. Mucha fruta, verdura y fuera parte de esos productos malos para la salud.
Galicia potencia en buenas verduras. Y muy buena fruta.
Abuelos por favor seguir el ejemplo.
Saludos
Suele ir seguida de un "haced lo que querais” Eso significa arroz con tomate y huwvo, o macarrones con tomate o pizza.
La educación de los mas pequeños es fundamental para su futuro. Las piezas que no se pongan en la base es más difícil colocarlas en el tejado.
Es muy importante que los niños se acostumbren a tomar fruta, por ejemplo que tres días en semana desayunen solo fruta, ni galletas ni leche; que todos los días coman verdura, preferiblemente cruda, pero también puede ser en puré o ensalada.
Comento todo esto, para los padres, pero los abuelos podemos incidir en ellos, y esos días que están con nosotros ya sabéis. Mucha fruta, verdura y fuera parte de esos productos malos para la salud.
Galicia potencia en buenas verduras. Y muy buena fruta.
Abuelos por favor seguir el ejemplo.
Saludos
VEGANOS
Correcto, señor Choupito.
Además su mensaje me trae a la mente el recuerdo de un cuento popular, o vaya a saber usted si tal vez una hipérbole de una realidad transitoria de aquella España que tanta le gusta a Joseba:
Alguna de las veces que vino a Galicia por carretera el "abuelo", lo hizo unos días antes alguien de su Protocolo, por si hubiera que corregir algún detalle en el trayecto que pudiera ofender a los ojos de Don Paco. Y resultó que al cruzar el viejo puente de la anciana nacional sobre el río Mente, observó este vigía a un buen hombre desarrapado paciendo a cuatro patas hierba en un prado aledaño. Aparcó a la salida del puente, y dirigiose con parsimonia al vegano en estas palabras:
--Pero buen hombre, ¿cómo es que hace usted eso?
--Pues mire usted, buen señor --le contestó con mucha educación y respeto a su corbata y a su cuello almidonado--, tengo sólo dos vaquiñas que no me dan pacido todos los prados, y ocho hijos capaces hasta de comerme las asaduras cuando falta el pan en casa. Así es que yo me alimento de este modo para no quitarles a ellos y a la mujer el pan de la boca.
Entonces aquel vigía del Altísimo echó mano a la cartera reservada para la ocultación de los males imprevistos en el itinerario, y puso en las manos del labriego cinco mil pesetas de los años cincuenta.
--Tenga. Pero no vuelva usted, por Dios y por España, a comer hierba en los prados. La semana que viene pasará Su Excelencia por aquí a ganar el jubileo, y ni se le ocurra a usted darle este espectáculo tan nefasto para nuestros Planes de Desarrollo.
El labriego no pudo evitar contarle el milagro a un cuñado que compartía miserias, rodeado de una docena de escuálidos vástagos, atormentados por la escasa alimentación. Y éste pensó que también podría darse el milagro con él, y en mayor cuantía, si la dádiva fuera directamente proporcional al éxito de su "pizarrín". Así es que cuando pasaba la excelsa comitiva por el puente del Mente, allí estaba el cuñado a cuatro patas, cual voraz rumiante, pastando en el mismo prado. Dicen que el Excelentísmo ordenó parar, y Él mismo bajó para interpelar al humano cuadrúpedo:
--Buenos días, hombre de Dios. ¿Pero que está haciendo usted en este prado de nuestra próspera Patria?
Y el cuñado se lo explicó, retorciendo la boina entre sus manos callosas:
--Hola, señor Reverendísimo. Pues ya ve usted. Es la hora del almuerzo. Tengo dos vaquiñas que no me dan comido todos los prados, y doce hijos que me comen hasta las asaduras en casa, donde falta pan y chicha. Así es que yo como hierba en este prado, que es muy saludable. Mire usted lo grandes y gordas que son las vacas, y es lo único que comen...
Entoces el más Grande de los Generales asintió con la cabeza y, comprensivo Él, le dijo amablemente estas palabras:
--Vale, buen hombre. Para que nunca pases hambre te voy a dar un práctico consejo que nunca debes olvidar: cuando termines este prado, comienza por el siguiente, pero que nunca me entere yo que esa boca pasa hambre.
Y la Excelsa Comitiva continuó el itinerario en pos del Santo Jubileo y unos días de asueto en el Pazo.
Buen día para todos, militares y civiles, gallegos, catalanes y españoles en general, sin olvidar a nuestras sufridas e imprescindibles compañeras de aquellas inolvidables fatigas.
Correcto, señor Choupito.
Además su mensaje me trae a la mente el recuerdo de un cuento popular, o vaya a saber usted si tal vez una hipérbole de una realidad transitoria de aquella España que tanta le gusta a Joseba:
Alguna de las veces que vino a Galicia por carretera el "abuelo", lo hizo unos días antes alguien de su Protocolo, por si hubiera que corregir algún detalle en el trayecto que pudiera ofender a los ojos de Don Paco. Y resultó que al cruzar el viejo puente de la anciana nacional sobre el río Mente, observó este vigía a un buen hombre desarrapado paciendo a cuatro patas hierba en un prado aledaño. Aparcó a la salida del puente, y dirigiose con parsimonia al vegano en estas palabras:
--Pero buen hombre, ¿cómo es que hace usted eso?
--Pues mire usted, buen señor --le contestó con mucha educación y respeto a su corbata y a su cuello almidonado--, tengo sólo dos vaquiñas que no me dan pacido todos los prados, y ocho hijos capaces hasta de comerme las asaduras cuando falta el pan en casa. Así es que yo me alimento de este modo para no quitarles a ellos y a la mujer el pan de la boca.
Entonces aquel vigía del Altísimo echó mano a la cartera reservada para la ocultación de los males imprevistos en el itinerario, y puso en las manos del labriego cinco mil pesetas de los años cincuenta.
--Tenga. Pero no vuelva usted, por Dios y por España, a comer hierba en los prados. La semana que viene pasará Su Excelencia por aquí a ganar el jubileo, y ni se le ocurra a usted darle este espectáculo tan nefasto para nuestros Planes de Desarrollo.
El labriego no pudo evitar contarle el milagro a un cuñado que compartía miserias, rodeado de una docena de escuálidos vástagos, atormentados por la escasa alimentación. Y éste pensó que también podría darse el milagro con él, y en mayor cuantía, si la dádiva fuera directamente proporcional al éxito de su "pizarrín". Así es que cuando pasaba la excelsa comitiva por el puente del Mente, allí estaba el cuñado a cuatro patas, cual voraz rumiante, pastando en el mismo prado. Dicen que el Excelentísmo ordenó parar, y Él mismo bajó para interpelar al humano cuadrúpedo:
--Buenos días, hombre de Dios. ¿Pero que está haciendo usted en este prado de nuestra próspera Patria?
Y el cuñado se lo explicó, retorciendo la boina entre sus manos callosas:
--Hola, señor Reverendísimo. Pues ya ve usted. Es la hora del almuerzo. Tengo dos vaquiñas que no me dan comido todos los prados, y doce hijos que me comen hasta las asaduras en casa, donde falta pan y chicha. Así es que yo como hierba en este prado, que es muy saludable. Mire usted lo grandes y gordas que son las vacas, y es lo único que comen...
Entoces el más Grande de los Generales asintió con la cabeza y, comprensivo Él, le dijo amablemente estas palabras:
--Vale, buen hombre. Para que nunca pases hambre te voy a dar un práctico consejo que nunca debes olvidar: cuando termines este prado, comienza por el siguiente, pero que nunca me entere yo que esa boca pasa hambre.
Y la Excelsa Comitiva continuó el itinerario en pos del Santo Jubileo y unos días de asueto en el Pazo.
Buen día para todos, militares y civiles, gallegos, catalanes y españoles en general, sin olvidar a nuestras sufridas e imprescindibles compañeras de aquellas inolvidables fatigas.
Se me queda algo en el tintero. Los niños tienen que recibir muchas vitaminas de amor en casa. Y muchos y buenos ejemplos. De esta manera serán felices en un futuro.
Los políticos tienen que proteger la infancia. Y buscar la manera para que los estudios sean totalmente gratis. Gastar el dinero en investigación y ya de paso proteger a los viejos.
Cultura, cultura, cultura.
Dar oportunidades a todos y repartir la riqueza entre todos.
Ninguna limosna para quedar bien cara a la galería.
Los políticos tienen que proteger la infancia. Y buscar la manera para que los estudios sean totalmente gratis. Gastar el dinero en investigación y ya de paso proteger a los viejos.
Cultura, cultura, cultura.
Dar oportunidades a todos y repartir la riqueza entre todos.
Ninguna limosna para quedar bien cara a la galería.