Eres Madre, eres Reina,
eres la Señora de nuestro vivir;
eres la
flor más bonita,
la flor más bonita de nuestro
jardín.
Quiero que aceptes, Madre,
mi humilde ser, mi pobre corazón,
quiero ser ya todo tuyo,
quiero devolverte todo tu amor.
Te quiero yo, te quiero yo, Madre mía;
te necesito, sin ti no sé lo que haría.
Te quiero yo, te quiero yo, Madre mía,
Tú, mi delirio, eres mi
roca, María.
Te quiero yo. (estribillo-se repite al final de todas las estrofas, incluida la final).
Guardo dentro de mi pecho
el ardiente anhelo de entregarme a ti,
responder a la llamada
que un día del
cielo se prendió en mí.
Mas todo eso no es posible,
es un vano sueño sin tu resplandor;
tu luz es toda mi vida,
y esa luz es
fuente hacia el Señor.