Te miro a los ojos, y entre tanto llanto
parece mentira, que te hayan clavado
que seas el pequeño, al que he acunado
y que se dormía, tan pronto en mis brazos
Él que se reía, al mirar el
cielo
y cuando rezaba, se ponía serio.
Sobre este madero, veo aquel pequeño
que entre los doctores, hablaba en el templo
que cuando pregunté, respondió con calma
"que de los asuntos de Dios se encargaba"
ese mismo niño, el que esta en la
cruz
el Rey de los hombres, se llama Jesús.
Ese mismo hombre, ya no era un niño
cuando en esa
boda, le pedí más vino
que dio de
comer, a un millar de gente
y a pobres y enfermos, los miró de frente
rió con aquellos, a quienes más quiso
y lloró en silencio, al morir su
amigo.
Ya cae la tarde, se nublan los
cielos
pronto volverás a tu Padre Eterno
duérmete pequeño, duérmete mi niño
que yo te entregado, todo mi cariño
como en Nazaret, aquella mañana
"He aquí tu sierva, he aquí tu esclava".