Una garraga como esa, llena de leche de pantera, no era suficiente para mí en Tifariti cada día, para defenderme del enemigo.
Lo peor es que tanta leche de pantera en mi lejana juventud me dejó la cabeza como una maraca.
Lo peor es que tanta leche de pantera en mi lejana juventud me dejó la cabeza como una maraca.