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He leído en alguna parte que la abuela de alguno de ustedes se llamaba Telesfora. ¿No andaremos a ser familiares?. (Ya se me está pegando el acento gallego, jolines.)
Lo de la pirámide es un antojo de la menopausia. ¡Me parecieron tan espectaculares las de Egipto! ¿Por qué no hacer una en la era, ahora que tengo tiempo? Estoy haciendo los cálculos trigonométricos antes del inicio.
Ciertamente soy chusquero. Pero me explicaré mejor: Hice el servicio en las Milicias Universitarias desde 1.968 a 1.972, con la graduación de alférez.
En esa época también hice los cursos de árbitro de fútbol, pero al realizar las prácticas, resolví de motu propio el problema del permanente adelantamiento de la barrera en las faltas directas tirando de puntas y martillo, y clavándoles los pies al suelo a los defensas. Como consecuencia de tan acertada y justa estrategia arbitral, fuí expulsado del curso con un informe negativo del Comité que me inhabilitó como árbitro para el resto de mis días.
Después vino mi problema con las orejas del usurpador de aguas en el pueblo de mi madre, y fue cuando me alisté al Tercio Alejandro Farnesio como legionario raso, en 1.973. En 1.976, cuando pasé fugazmente por una Compañía de Regulares, ya había alcanzado el grado de Sargento, como consecuencia de mi experiencia militar anterior.
Amigo Barxés: si no le parecí a usted chusquero, tal vez se debiera a mi condición de universitario, si bien nunca llegué a ejercer la profesión de mi titulación, que tampoco viene al caso.
Saludos para todos.
Lo de la pirámide es un antojo de la menopausia. ¡Me parecieron tan espectaculares las de Egipto! ¿Por qué no hacer una en la era, ahora que tengo tiempo? Estoy haciendo los cálculos trigonométricos antes del inicio.
Ciertamente soy chusquero. Pero me explicaré mejor: Hice el servicio en las Milicias Universitarias desde 1.968 a 1.972, con la graduación de alférez.
En esa época también hice los cursos de árbitro de fútbol, pero al realizar las prácticas, resolví de motu propio el problema del permanente adelantamiento de la barrera en las faltas directas tirando de puntas y martillo, y clavándoles los pies al suelo a los defensas. Como consecuencia de tan acertada y justa estrategia arbitral, fuí expulsado del curso con un informe negativo del Comité que me inhabilitó como árbitro para el resto de mis días.
Después vino mi problema con las orejas del usurpador de aguas en el pueblo de mi madre, y fue cuando me alisté al Tercio Alejandro Farnesio como legionario raso, en 1.973. En 1.976, cuando pasé fugazmente por una Compañía de Regulares, ya había alcanzado el grado de Sargento, como consecuencia de mi experiencia militar anterior.
Amigo Barxés: si no le parecí a usted chusquero, tal vez se debiera a mi condición de universitario, si bien nunca llegué a ejercer la profesión de mi titulación, que tampoco viene al caso.
Saludos para todos.
