Hoy me han presentado a la señora Pita Moñuda. Se me antojó muy joven para ser una profesora a punto de su jubilación.
Lleva su cabello, de un hermoso tono castaño, peinado sobre las orejas y ligeramente rizado en forma de dos cuernecillos, cual antañona dama de los viejos daguerrotipos.
Su cutis tiene la suave blancura de las margaritas rociadas de lluvia. Huele a manzanilla silvestre de los campos de Extremadura.
Habla con rápidos ademanes, y sus súbitas inclinaciones de cabeza son graciosas y muy personales.
Sus ojos color de avellana atisban con curiosidad por encima de sus anteojos, quedándose con una radiografía del alma de su interlocutor.
Ser su compañero... sería como vivir sobre ascuas. No quisiera verme en el pellejo de su anciano marido.
Viva la independencia de los seres solitarios.
Encantadora, de todos modos.
Lleva su cabello, de un hermoso tono castaño, peinado sobre las orejas y ligeramente rizado en forma de dos cuernecillos, cual antañona dama de los viejos daguerrotipos.
Su cutis tiene la suave blancura de las margaritas rociadas de lluvia. Huele a manzanilla silvestre de los campos de Extremadura.
Habla con rápidos ademanes, y sus súbitas inclinaciones de cabeza son graciosas y muy personales.
Sus ojos color de avellana atisban con curiosidad por encima de sus anteojos, quedándose con una radiografía del alma de su interlocutor.
Ser su compañero... sería como vivir sobre ascuas. No quisiera verme en el pellejo de su anciano marido.
Viva la independencia de los seres solitarios.
Encantadora, de todos modos.