El pasado día de nochevieja cené con Pita en el Riós, en un restaurante con adornos de cartón piedra, como una vaca, un burro tirando de un carro con una orangutana montada en él, mientras amamanta a un orangutanito en brazos que mira para un televisor de sesenta pulgadas... y miles de platos para escoger, algunos de ellos demasiado exóticos para el atrevimiento de los comensales.
Cuando pasé a recogerla a su habitación del SPA en Villavieja, si bien ya estaba toda emperifollada, admiré en ella todo un protocolo, recogiendo para su bolso, uno por uno, ordenadamente, los siguientes bártulos: unos binóculos, dos abanicos, unos impertinentes, una polvera, un pañuelo, un frasco de sales aromáticas y hasta una diminuta cajita de plata con pastillas de menta para la tos.
Terminaré amando cada uno de sus gestos y todo su anticuado protocolo de ilustre señora.
Cuando pasé a recogerla a su habitación del SPA en Villavieja, si bien ya estaba toda emperifollada, admiré en ella todo un protocolo, recogiendo para su bolso, uno por uno, ordenadamente, los siguientes bártulos: unos binóculos, dos abanicos, unos impertinentes, una polvera, un pañuelo, un frasco de sales aromáticas y hasta una diminuta cajita de plata con pastillas de menta para la tos.
Terminaré amando cada uno de sus gestos y todo su anticuado protocolo de ilustre señora.
No me lo imaginaba yo a usted en esa fecha por estas latitudes, me alegré un montón que se lo pasara tan bien con la Pita Moñuda despidiendo el año, y además nada menos que en ese famoso asador donde tiene un comedor que le llaman el rincon del sibarita, supongo comerían en el mencionado comedor, pues con una dama como la Dña. Pita no era para menos.
Le recuerdo que cuando quiera usted pasarse a escoger el solar estaremos encantados a su disposición.
A sus ordenes mi comandante. Armas sobre el hombro-----ar
Le recuerdo que cuando quiera usted pasarse a escoger el solar estaremos encantados a su disposición.
A sus ordenes mi comandante. Armas sobre el hombro-----ar
Pasaremos a ver solares cuando el tiempo se vuelva más amigo. Ya lo verá.
Me acompañará una maravillosa señora, ésa que me acompaña siempre desde hace casi cuarenta años, y que tan amiga fue en su infancia del Zé de las Carbajas. Una cosa es el mundo real, y otra bien distinta el de nuestras batallas navales, si bien para algún forero estas batallas son nabales.
El rincón del sibarita, estupendo, como las extraordinarias viandas; pero el lugar llama también la atención por el dudoso gusto del decorador.
Nos veremos. Pero no me busque la estrella, que ya colgué el uniforme tiempo ha.
Me acompañará una maravillosa señora, ésa que me acompaña siempre desde hace casi cuarenta años, y que tan amiga fue en su infancia del Zé de las Carbajas. Una cosa es el mundo real, y otra bien distinta el de nuestras batallas navales, si bien para algún forero estas batallas son nabales.
El rincón del sibarita, estupendo, como las extraordinarias viandas; pero el lugar llama también la atención por el dudoso gusto del decorador.
Nos veremos. Pero no me busque la estrella, que ya colgué el uniforme tiempo ha.