Apreciado y querido Zé: No le hagas mucho caso a mi marido. Cada día que pasa, tiene un humor más difícil de captar. ¿De dónde habrá sacado la historia ésa de los impertinentes y demás pertrechos?
Los impertinentes no son pendientes para las orejas, corazón. Los perendengues, contra lo que algunos piensan, sí son unos pendientes. Pero los impertinentes --que yo jamás he tenido ni usado-- son esos anteojos con manija que antiguamente usaban las damas en el teatro, o en la ópera, para acercar los actores a los palcos y gozar de sus gestos.
Un abrazo.
Los impertinentes no son pendientes para las orejas, corazón. Los perendengues, contra lo que algunos piensan, sí son unos pendientes. Pero los impertinentes --que yo jamás he tenido ni usado-- son esos anteojos con manija que antiguamente usaban las damas en el teatro, o en la ópera, para acercar los actores a los palcos y gozar de sus gestos.
Un abrazo.