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BARXA: Sr. Romerales, el último párrafo de su escrito está...

Señor Barxés, le veo a usted muy informado de los avatares aquellos de la necesaria democratización de los tres ejércitos del agonizante generalísimo. Le aseguro que aquel movimiento surgió en alguna academia de preparación para las pruebas de acceso al rango de oficial. Y este servidor, como ya he expresado en alguna otra ocasión, procede de la chusquería, a pesar de mi formación académica civil.
A partir del 15 de agosto de 1.974, y hasta el abandono de aquella provincia en 1.976, vivimos allí un estado de guerra permanente del que no se daba prácticamente información a los ciudadanos. Recíprocamente la tropa y los suboficiales, al menos, tampoco recibíamos información debidamente contrastada de la península. Eran muchos los filtros en ambos sentidos.
La Legión no me parece que haya podido ser huerto abonado para aquel movimiento al que los más retrógrados de la cúpula militar se referían como los "úmedos".
Lo que sí me pareció injusta fue la tardanza con la que nuestra democracia reincorporó al Ejército a los que habían sido apartados por "úmedos". Me parece que no lo hizo hasta el 87, y no en las condiciones que se merecían, pues no se respetó su antigüedad.
No obstante he de decirle que los principios democráticos, aún sin información, anidaban en todos aquellos jefes, oficiales, suboficiales y mandos de tropa que, aún en las más adversas condiciones, hacían brotar la convivencia y el respeto mutuo hasta en la Legión.

Sr. Romerales, puede contar, si así lo desea, con mi admiración por su trayectoria en el ejército y por su tesón para ascender en la escala de mandos, a pedasr de proceder de la chusquería, ya que es, precisamente, este detalle el que le otorga mas valor a su carrera.
Les debemos agradecimiento eterno a aquellos "úmedos", etre los que se encontraba, ya que sentaron las bases para que el ejército sea hoy lo que es; aunque siempre queda algún romántico con lagunas cognitivas que quisiera, quizá, un vergonzante cambio de paso. "Haberlos hailos".
Manifiesta usted la falta de información, en aquellos años, por parte de las altas esferas: ¿No cree que en nuestros días hay una cierta similitud?. Sinceramente, yo creo que sí; o quizá mas grave: ahora nos"informan" sesgadamente.
Me sabe mal deshacer el primer tiempo de saludo.
¡A sus órdenes!

Quien tantos años formó parte de La Legión, una vez jubilado, no pierde del todo la marcialidad propia del Cuerpo. La sigo conservando como una vieja cicatriz: por lo común invisible e indolora, pero que a veces, cuando llueve o da el sol, se deja sentir o aflora por sorpresa. Mal que le pese a los antimilitaristas de toda laya, el espíritu marcial es una de las programaciones más efectivas e interiorizadas que ha alumbrado el genio humano, siempre tan activo a la hora de tratar de manipular en provecho propio el comportamiento ajeno.
Es esa cicatriz, llueva o haga sol, la que me impide revelar aquello que debo callar. Que una cosa es revelar, y otra muy distinta rebelarse.
A sus órdenes, Don Domingos.

Sr. Romerales, el último párrafo de su escrito está lleno de sabiduría sensated y aplomo; por otra parte, como todo lo elegantemente escrito por usted, de lo cual disfruto leyéndolo.
Debe ser por sus reminiscencias en logística en asuntos de inteligencia militar, la razón por la que me conoce por mi nombre de pila; aunque, si usted me lo permite, debo hacerle una mínima rectificación: a mi nombre le sobra la "S" final, pero no se preocupe, que en estos lares en que me hayo, es muy frecuente que asi me llamen.
Mis deseos no son importunarle, por eso solo me queda desearle que pase estos días de forma agradable junto con su famlia y amigos (saludos a los comunes).
¡A sus órdenes!