Hay en Pernambuco una cosa, envuelta en varias yardas de seda violeta, de la que emergen un vasto cráneo hidrocefálico y dos manos gordezuelas nacaradas; esta cosa es el Reverendo.
Entre las roscas de carne que los rodean, surge la mirada de dos ojos negros que delatan la inquietud, la benevolencia y el ingenio.
Un alma curiosa y ávida se halla aprisionada en toda aquella grasa; pero a fuerza de no negarse jamás un faisán o una oca, ni su diario cortejo de vinos espumosos, él mismo ha venido a ser su propio y despiadado carcelero.
Pues bien, este ser humano, sinceramente devoto, envió a una muy conocida cantante de tangos una esmeralda del tamaño de un naipe. ¿Por qué? ¿Para qué? Sólo son retóricas preguntas, a no ser que las conteste la Inteligencia norteamericana.
Amigo Zé de las Carvajas, ándate con ojo, que estas compañías como el padre o ese Pachi, al tiempo de convertirte en un meapilas, te van a ocasionar algunas diatribas subordinadas.
Entre las roscas de carne que los rodean, surge la mirada de dos ojos negros que delatan la inquietud, la benevolencia y el ingenio.
Un alma curiosa y ávida se halla aprisionada en toda aquella grasa; pero a fuerza de no negarse jamás un faisán o una oca, ni su diario cortejo de vinos espumosos, él mismo ha venido a ser su propio y despiadado carcelero.
Pues bien, este ser humano, sinceramente devoto, envió a una muy conocida cantante de tangos una esmeralda del tamaño de un naipe. ¿Por qué? ¿Para qué? Sólo son retóricas preguntas, a no ser que las conteste la Inteligencia norteamericana.
Amigo Zé de las Carvajas, ándate con ojo, que estas compañías como el padre o ese Pachi, al tiempo de convertirte en un meapilas, te van a ocasionar algunas diatribas subordinadas.