BARXA: Siempre había creído que la cicatriz procedía de otro...

Sinor Inda, nahún teño más remeio que dar credito y cofirmar o que o sinor contou, pois según o meu xefe se vei que fai testemuña de íso, sólo que el contouno de difer

ente maneira é decer que o sinor Tilisforo gostaba da rapariga más habías algún más que tamén gostaba de lamencionada, entón cuando estaba a namorar co sinor Tilisforo apareció por la xinela el meu xefe entón foi cuando ela cambió de posizahún, resultando el fatal desenlace.
Unha aperta.

Siempre había creído que la cicatriz procedía de otro tipo de batallas. Como Telesforo nunca había querido hablar del asunto, creí que se trataba de traumáticos recuerdos que no convenía resucitar.
Y yo, cándida de mí, adobaba mi fantasía creyendo que se trataba de un efecto secundario de una romántica acción... Imaginaba al bueno de Romerales en el fragor de una encendida hazaña bélica, con el uniforme hecho jirones, con su aguja percutora colgando sin protección, la pobrecilla, salvando a su querido y respetado Inda de morir abrasado en una tanqueta en llamas...
Tampoco imaginé jamás, adorado Zé, que tu jefe el Padre José fuese capaz nunca de husmear por las ventanas. De todos modos, mejor buscarse el beneficio de una moza, que no acariciar al monaguillo.
Apostaría un potosí: en el caso que nos ocupa el husmeador fue más bien el actual monaguillo.
Por lo que se refiere a esa dolorosa herida de Telesforo, añadir sin ambages que su cicatriz grande en el glande mejoró sin duda el encanto y la eficiencia de su adorado pizarrín para escribir cartas de amor.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Estimada Sra: En primer lugar darle las gracias por participar nuevamente en nuestro foro y también decirle que comparto con usted las opiniones que muestra en su mensaje respecto a su marido y gran amigo mio Telesforo.
Con relación a Zé, es casi seguro que fuese el husmeador de la hazaña de la cocina, pues como le he dicho en un mensaje anterior al Sr. Inda este segador de centenos cumplidos ya tenia ese costumbre de ojear por las gateras de noche para ver si divisaba algún murciélago en las cocinas ... (ver texto completo)