Sembraste en mi pobre corazón semillas de amor. Era otro tiempo.
Las regué cada día con lágrimas, canciones y suspiros y hoy disfruto de mi
jardín escondido , espléndido, magnífico, con las rosas más hermosas creadas en el jardín de los sueños.
Su fragancia infinita, sus destellos de
color refulgente y el tacto de la piel de terciopelo me han acompañado siempre.
Ay amor, si supieras de mis desvelos, de cómo cuidé tus recuerdos. Cada día, cada hora mimaba la imágen que me dejaste hasta que me
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