La iglesia está enclavada al fondo del pueblo, como si fuera el último baluarte, como si hubiera que esconderla. Desde el campanario las vistas son impresionantes. En otro tiempo el lenguaje de las campanas regía la vida el pueblo, anunciaba boda, muertes o incendios. Badaladas que aún suenan para quien alguna vez las escuchó. Alfredo Ramos.