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En la época en que los mouros vivían en Pedome, un hombre de Villar de Cerreda vió a una moura bellísima lavando ropa, y se enamoró de ella. Por más que lo intentó, no pudo hablarle, pues en cuanto él se le acercaba, ella desaparecía. Pidió ayuda al cura de su pueblo, y éste le dio un cordón bendito, diciéndole que si se lo echaba al cuello a la moura, ella cambiaría de actitud. Gracias a esto consiguió casarse con la moura.
Tuvieron dos hijos y vivieron felices durante algún tiempo. Pero la moura acabó sintiendo nostalgia de su vida anterior, y un día se fue. Sin embargo, todos los días, en cuanto el padre se iba a trabajar, ella venía a cuidar de los niños y a realizar las tareas del hogar. Y puesto que la casa estaba cerrada, entraba en ella por debajo de la puerta en forma de serpiente.
Enterado el padre, volvió a pedir consejo al cura. éste le dio un recipiente con agua bendita, y le encargó que rociase con ella el interior de la casa. Hecho esto, la moura no volvió nunca más.
La gente de Villar dice que aún hoy hay descendientes vivos de aquella moura, y conoce a esa familia como “a familia da Xé”.
(Oí contar por primera vez esta leyenda hace unos treinta y cinco años. Me la contó tía Isabel, mujer de tío Avelino, sentada en la piedra de la foto noº 20, rodeada por su rebaño de cabras y ovejas. Mucho tiempo después, en Diciembre de 1997, la oí contar de nuevo; esta vez a tía María do Carapato do Porteleiro. Tía Isabel, al igual que su marido, era un pozo sin fondo en lo que a cuentos, leyendas y tradiciones populares, relativas a Santiago de Cerreda y sus zonas limítrofes, se refiere; y tía María do Carapato era una digna sucesora de ella. Me temo que ahora mismo ya no quede nadie en el pueblo que se les pueda equiparar. Por eso considero sumamente importante que cualquiera que haya oído y recuerde alguna de estas historias, la envíe a esta página para evitar que la arcana sabiduría que contienen, se pierda inexorablemente).
Antonio Garcia Rodicio.
Tuvieron dos hijos y vivieron felices durante algún tiempo. Pero la moura acabó sintiendo nostalgia de su vida anterior, y un día se fue. Sin embargo, todos los días, en cuanto el padre se iba a trabajar, ella venía a cuidar de los niños y a realizar las tareas del hogar. Y puesto que la casa estaba cerrada, entraba en ella por debajo de la puerta en forma de serpiente.
Enterado el padre, volvió a pedir consejo al cura. éste le dio un recipiente con agua bendita, y le encargó que rociase con ella el interior de la casa. Hecho esto, la moura no volvió nunca más.
La gente de Villar dice que aún hoy hay descendientes vivos de aquella moura, y conoce a esa familia como “a familia da Xé”.
(Oí contar por primera vez esta leyenda hace unos treinta y cinco años. Me la contó tía Isabel, mujer de tío Avelino, sentada en la piedra de la foto noº 20, rodeada por su rebaño de cabras y ovejas. Mucho tiempo después, en Diciembre de 1997, la oí contar de nuevo; esta vez a tía María do Carapato do Porteleiro. Tía Isabel, al igual que su marido, era un pozo sin fondo en lo que a cuentos, leyendas y tradiciones populares, relativas a Santiago de Cerreda y sus zonas limítrofes, se refiere; y tía María do Carapato era una digna sucesora de ella. Me temo que ahora mismo ya no quede nadie en el pueblo que se les pueda equiparar. Por eso considero sumamente importante que cualquiera que haya oído y recuerde alguna de estas historias, la envíe a esta página para evitar que la arcana sabiduría que contienen, se pierda inexorablemente).
Antonio Garcia Rodicio.