En esta foto, conservada durante cuarenta años por Paco Cortés Incio, están los niños que en 1964 asistían a la escuela unitaria de niños de Santiago de Cerreda. La escuela estaba entonces en el bajo de la casa del cura, al lado de la iglesia. Hacia 1968 se trasladó (junto con la de niñas) a los edificios construidos al efecto en As Avesadas, y allí estuvo hasta 1975. En Septiembre de ese año empezó a funcionar el grupo escolar de Luintra, y las escuelas unitarias que había en los diversos pueblos del ayuntamiento, fueron abandonadas.
En la foto, además de los niños, están el cura (Don José Ramón) y el maestro (Don José Luis Baltar Pumar, actual presidente de la Diputación de Orense). El maestro vivía en el pueblo de Villar de Cerreda, del que era maestra (en una escuela unitaria mixta) su mujer (Doña Alicia Blanco). En la época de la foto, no tenía coche y se trasladaba a pie por las mañanas desde Villar a Cerreda, regresando del mismo modo al terminar la jornada. Hacía el recorrido por el camino real (el que une los monasterios de San Esteban y Santa Cristina de Ribas de Sil). Me acuerdo de verlo pasar todos los días, camino de la escuela, por delante de mi casa. A veces se paraba a hablar con mi abuelo, y una vez oí como le contaba sus problemas para atravesar el arroyo de Trapa en las épocas de crecida. Posteriormente se compró un Ondini, y más tarde tuvo un Seiscientos al que los niños llamábamos “el lanzallamas”.
Don José Luis fue maestro en Cerreda hasta que la escuela se fue de allí en 1975. Pero hacia 1968 estuvo ausente durante un curso preparándose para no sé qué (tal vez “reconvirtiéndose” de Maestro Nacional en Profesor de E.G.B.). El maestro que lo sustituyó durante ese curso se llamaba Don José Antonio Rodríguez Nieto. Recuerdo que era de Xinzo de Limia, o alrededores, pero nunca más he vuelto a saber de él.
Mi época en la escuela comenzó en 1965, y por tanto no estoy en esta foto. Reconozco, sin embargo, a muchos de los que aquí aparecen (y estoy seguro de conocerlos a todos aunque no sepa asociar a la actual su fisonomía de entonces, y aunque a algunos haga más de treinta y cinco años que no los veo). Vaya desde aquí, para todos ellos, y también para el cura y los dos maestros, un emocionado saludo de un convecino y un camarada de otros tiempos. Y vaya también una exhortación a que, desde cualquier parte del mundo en que se encuentren, se animen a dar señales de vida a través de esta página.
Antonio G. Rodicio (arodicio@usc.es).
En la foto, además de los niños, están el cura (Don José Ramón) y el maestro (Don José Luis Baltar Pumar, actual presidente de la Diputación de Orense). El maestro vivía en el pueblo de Villar de Cerreda, del que era maestra (en una escuela unitaria mixta) su mujer (Doña Alicia Blanco). En la época de la foto, no tenía coche y se trasladaba a pie por las mañanas desde Villar a Cerreda, regresando del mismo modo al terminar la jornada. Hacía el recorrido por el camino real (el que une los monasterios de San Esteban y Santa Cristina de Ribas de Sil). Me acuerdo de verlo pasar todos los días, camino de la escuela, por delante de mi casa. A veces se paraba a hablar con mi abuelo, y una vez oí como le contaba sus problemas para atravesar el arroyo de Trapa en las épocas de crecida. Posteriormente se compró un Ondini, y más tarde tuvo un Seiscientos al que los niños llamábamos “el lanzallamas”.
Don José Luis fue maestro en Cerreda hasta que la escuela se fue de allí en 1975. Pero hacia 1968 estuvo ausente durante un curso preparándose para no sé qué (tal vez “reconvirtiéndose” de Maestro Nacional en Profesor de E.G.B.). El maestro que lo sustituyó durante ese curso se llamaba Don José Antonio Rodríguez Nieto. Recuerdo que era de Xinzo de Limia, o alrededores, pero nunca más he vuelto a saber de él.
Mi época en la escuela comenzó en 1965, y por tanto no estoy en esta foto. Reconozco, sin embargo, a muchos de los que aquí aparecen (y estoy seguro de conocerlos a todos aunque no sepa asociar a la actual su fisonomía de entonces, y aunque a algunos haga más de treinta y cinco años que no los veo). Vaya desde aquí, para todos ellos, y también para el cura y los dos maestros, un emocionado saludo de un convecino y un camarada de otros tiempos. Y vaya también una exhortación a que, desde cualquier parte del mundo en que se encuentren, se animen a dar señales de vida a través de esta página.
Antonio G. Rodicio (arodicio@usc.es).