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Como de. Manuel curó a un hombre de Atás, víctima de una alergia provocada por una serpiente. Estaba el hombre rozando toxos, en la sierra, cuando por accidente, se encontró con una serpiente de esas que ya no quedan, de tamaño considerable y posiblemente, por suerte, poco venenosa, la cual se le enroscó dándole dos vueltas a la altura del estómago. Con el mismo “fouciño” de rozar, le cortó la cabeza, pero al quitársela se dio cuenta de que las huellas del abrazo, le quedaron marcada en la piel.
Después de un buen número de remedios caseros, la herida tomó mal aspecto y los médicos no sabían que remedio ponerle. Cansado el hombre de ir a peregrinaciones tanto de médicos como de santos, por oidas, vino a consultar con de. Manuel. Una vez visto el caso le recetó : “durante un mes, vete a la fragua, a la mañana y a la noche, y otras tantas veces, lávate con el agua donde los “ferreiros” enfrían el acero después de moldearlo, cuanto más roja esté el agua (más óxido) mejor. A los 15 días ya no tenía huella alguna de de la herida, aunque se dice en la receta que las cicatrices quedarían para siempre, que se convirtieron en medallas de valentía para el poseedor de las mismas. Pepito nos podrá dar una explicación científica.
JR.
Después de un buen número de remedios caseros, la herida tomó mal aspecto y los médicos no sabían que remedio ponerle. Cansado el hombre de ir a peregrinaciones tanto de médicos como de santos, por oidas, vino a consultar con de. Manuel. Una vez visto el caso le recetó : “durante un mes, vete a la fragua, a la mañana y a la noche, y otras tantas veces, lávate con el agua donde los “ferreiros” enfrían el acero después de moldearlo, cuanto más roja esté el agua (más óxido) mejor. A los 15 días ya no tenía huella alguna de de la herida, aunque se dice en la receta que las cicatrices quedarían para siempre, que se convirtieron en medallas de valentía para el poseedor de las mismas. Pepito nos podrá dar una explicación científica.
JR.