La comarca, con las tierras del valle, formaba parte del señorío del monasterio de Celanova. El castillo pasó por varias manos, pero sus abades lo consideraban como una amenaza a su autoridad, por lo que buscaron la protección de la Corona, llegando a obtener del rey Alfonso IX, en 1213, un privilegio que ordenaba la demolición de las defensas del castillo, aunque no se llegó a cumplir y pasaría a dominio de la Corona.