El
monasterio de
Santo Estevo de Ribas de Sil es uno de los conjuntos más destacados y espectaculares del rico patrimonio
monumental de
Galicia. Fue construido entre los siglos XII y XVIII.
La
tradición más antigua, habla de que Santo Estevo fue fundado en el siglo VI por
San Martín Dumiense. Es probable que así fuese, porque la cristianización de Galicia llegó por la ruta del sur, a través de las calzadas
romanas de la Bética a Braga y de esta última a Astorga y
Lugo. Por ellas llega también el primitivo monacato.
Con el privilegio de Ordoño II, expedido el 12 de octubre del año 921, comienza la
historia documentada de este monasterio. El rey le concede al abad Franquila el territorio ruinoso y abandonado de San Esteban, con sus sotos, pesqueras y riberas para que edifique allí una basílica o monasterio. Franquila, parece ser que regía una comunidad de
ermitaños y decidió restaurar la vida cenobítica en San Esteban.
Importante fue este monasterio, porque a él se retiraron nueve obispos que renunciaron a sus sedes episcopales y escogieron el cenobio para finalizar sus días a lo largo del siglo X y quizás, parte del XI. El monasterio guardó sus restos y como recuerdo llevó a su
escudo las nueve mitras.
La
iglesia presenta planta basilical, espaciosa y proporcionada. Conserva la cabecera
románica con tres
ábsides, siendo el central de menor altura que los laterales, caso inusual en el
románico gallego. La
fachada de la iglesia es de finales del siglo XVI o comienzos del XVII. En la parte superior existe un sencillo óculo que da luz al interior y remata en una
hornacina dentro de la cual está la imagen de San Esteban.
En el interior del templo, destaca el
retablo de la
capilla, obra renacentista realizada por Juan de Angés en el siglo XVI. De todas las escenas representadas, destacamos en el cuerpo inferior la escena doble de martirio de un hombre y una mujer, que se identifica con la doble escena de flagelación de San Vicente y de
Santa Cristina, como
homenaje a las dos abadías agregadas, San Vicente de Pombeiro y Santa Cristina de Ribas de Sil.
En un lateral del crucero de la iglesia se puede ver un retablo pétreo, ejemplar único en su género, difícil de datar, ya que algunos autores lo sitúan en el siglo XII y otros en el XIII. Se trata de una pieza realizada en granito, de forma rectangular prolongada cuya parte superior remata en
frontón, algo inusual para la época. Representa a
Cristo en Majestad con los doce Apóstoles.
La fachada del monasterio es de estilo barroco, construida en 1736. En ella podemos ver entre
columnas dos imágenes de
santos de la orden: San Benito y San Vicente. Encima de éstos, dos
escudos. A la izquierda, el del monasterio con las nueve mitras que recuerdan a los nueve obispos. A la derecha, el de la Congregación de Castilla. Remata el conjunto, el imperial de Carlos V.
Entramos al monasterio y nos encontramos con el
claustro de portería, también llamado de los caballeros. Es de gran amplitud y dimensiones. Es una obra de Diego de Isla, renacentista, del siglo XVI. Tiene tres cuerpos, a diferencia de los otros que tan sólo tienen dos, ya que el monasterio está construido en un terreno escalonado hacia el
río Sil. Llama la atención la cristalera que ocupa uno de los laterales,
fruto de la restauración de monasterio.
Desde el claustro de portería, accedemos al de los obispos, que con la iglesia es lo más antiguo que se conserva en el monasterio. Se llama así, porque en el estuvieron enterrados los nueve obispos que se retiraron a este monasterio hasta que sus cuerpos fueron trasladados a la iglesia. Está compuesto por diversos estilos arquitectónicos, que conforman un conjunto homogéneo y armónico. Tiene dos cuerpos: el inferior de estilo románico y el superior con una transición del
gótico al renacimiento.
El monasterio tiene otro claustro más pequeño que es conocido como el de la cocina. Como el de portería, es renacentista y su autor es Diego de Isla. Aquí estaba la cocina del monasterio y el refectorio.