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SAN MIGUEL DE MONES: Ultima semana de Agosto. El día acorta. El regreso...

Ultima semana de Agosto. El día acorta. El regreso asoma.
La vendimia vino temprano este año. La suerte estuvo a la vera de la casa que permitió cruzar las tierras y recolectar la uva.
Tierra de caldos blancos y tintos en barrica esperando.
La unión de todo el Mediterráneo hasta Finisterre.
Un mismo nombre, miles de matices, miles de adjetivos
La uva extendió su manto por todo el Arco del Mediterráneo y se adentró a los confines del Oeste.
Si miles de nombres le acompañan y todos son uno, vendimiar con las propias manos en la tierra de los ancestros unía en un sólo punto y en un sólo instante el secreto mejor guardado.
Por eso San Miguel, para mi, Mones para todos es esa cuna donde la familia reposa. Donde el alma se une.
Y donde los que llevamos la tierra a la que pertenecemos con orgullo aprendemos a reconocer a los nuestros.
Dicen en San Miguel, de Mones, que un día de Julio se divisaba la nieve de Cabeza de Manzaneda.
Nieve. Agua y vino.
Cada vez que en una carta de vinos aparece la uva de Godello se abre una línea en el horizonte.
Las pequeñas cosas, los gestos sencillos, las miradas limpias y los abrazos desde el alma de mi familia, ya ausente para siempre, permanecen inalterables y lo estarán hasta el final. Es fácil reconocer a alguien que te enseña tanto en tan pocos días desde el silencio.
Cuando amas la tierra eres capaz de esperar a la próxima cosecha y la siguiente. Cuando la respetas la cuidas con el máximo esmero porque solo eres su fiduciario.
Ahora muchos de sus campos yermos, otrora labrados por doquier. Quizás esas manos sabias y ancianas, de una mujer que llegó a la centena te enseña que la bondad se extiende a lo largo de toda una vida y se convierte en carta de naturaleza.
Esas sobremesas al calor de la "pista" a la entrada del pueblo en los meses de estío mecían el tiempo. Ahora ese aprendizaje se convierte en piedra angular para emprender camino en cada momento de zozobra. Ese Mones que conocía y su gente ya no están. Ahora existe otro Mones, otro San Miguel, pero la lealtad al tiempo nació en ese pueblo, en esa familia y junto a sus gentes.
En esos momentos diferentes, la uva y el vino, en cualquier punto del mundo me recuerda el fluir de la vida en las miles de esencias, colores y lenguajes.
Mones pervivirá cuando marche definitivamente en el viaje del barquero, pero el cariño, la lealtad de toda una vida a quienes quieres estén donde estén y a sus raíces, es la divisa que mi familia me enseñó, la que intento llevar, y la que dejaré para el futuro. El único legado. La tierra es y será tierra, el resto no son más que añadiduras.
9 de Mayo de 2020