Estas próximas semanas serà mi último viaje a San Miguel de Mones. No queda historia que narrar.
Volveré a O Pazo y, en pleno agosto pasearé por la fuente camino de Campelo.
Me despediré de la casa de los abuelos para siempre. Con una mirada llena de ternura como la que me enseñaron ellos
Visitaré la Iglesia ese Domingo, de Agosto, y recordaré los cantos de tantas jóvenes. Y las incomprensibles lecturas
Recordaré como llegó la luz, el agua, cómo se segaba con la hoz, la guadaña, como se conducía el rebaño. Pero también lo que el campo me enseñó de la siembra, de las cosechas perdida y de la desesperanza.
Recordaré con respecto e incomprensión las costumbres de raigambre respecto de los manjares.
E intentaré recordar mulos, caballos y burros
Aquellos pasos en busca de pan o leche. Las zarzamoras y las cerezas del mes de Agosto.
Y al final espseraré a la puesta de Sol y con la noche, y quizás las estrellas, me iré para nunca volver.
Ahora toca una nueva historia y una nueva vida. La que a buen seguro mi familia, querida, hubibera deseado para mi. Hoy muchos de ellos fallecidos.
Gracias a San Miguel que me vio en la primera infancia y gracias a esa persona única de ojos azules como el Mar y cabello blanco con quien poco pude hablar, pero cuyas manos daban todo el afecto y generosidad que en este mundo se pueda encontrar, y quien sufrió en su juventud la pérdida de dos hijas.
La vida pasa demasiado rápido como para anclarse en un pasado que ya es presente y todo lo envuelve.
Llevaré a San Miguel y a quienes me hicieron crecer por activa o pasiva muy adentro.
Hoy un 29 de Julio de 2020 es hora de empezar el camino final. El que elijo sin pasado
Hasta siempre
Volveré a O Pazo y, en pleno agosto pasearé por la fuente camino de Campelo.
Me despediré de la casa de los abuelos para siempre. Con una mirada llena de ternura como la que me enseñaron ellos
Visitaré la Iglesia ese Domingo, de Agosto, y recordaré los cantos de tantas jóvenes. Y las incomprensibles lecturas
Recordaré como llegó la luz, el agua, cómo se segaba con la hoz, la guadaña, como se conducía el rebaño. Pero también lo que el campo me enseñó de la siembra, de las cosechas perdida y de la desesperanza.
Recordaré con respecto e incomprensión las costumbres de raigambre respecto de los manjares.
E intentaré recordar mulos, caballos y burros
Aquellos pasos en busca de pan o leche. Las zarzamoras y las cerezas del mes de Agosto.
Y al final espseraré a la puesta de Sol y con la noche, y quizás las estrellas, me iré para nunca volver.
Ahora toca una nueva historia y una nueva vida. La que a buen seguro mi familia, querida, hubibera deseado para mi. Hoy muchos de ellos fallecidos.
Gracias a San Miguel que me vio en la primera infancia y gracias a esa persona única de ojos azules como el Mar y cabello blanco con quien poco pude hablar, pero cuyas manos daban todo el afecto y generosidad que en este mundo se pueda encontrar, y quien sufrió en su juventud la pérdida de dos hijas.
La vida pasa demasiado rápido como para anclarse en un pasado que ya es presente y todo lo envuelve.
Llevaré a San Miguel y a quienes me hicieron crecer por activa o pasiva muy adentro.
Hoy un 29 de Julio de 2020 es hora de empezar el camino final. El que elijo sin pasado
Hasta siempre