Cuando llegan los veranos el pueblo se transformaba. Colores y olores propios jalonaban el centro del pueblo con sus tres aldeas.
Juegos en una niñez temprana con compañeros temporales de viaje que hacían las delicias de propios extraños. Al fin, días de encuentros, y abrazos de tristeza a la despedida. Así era el pueblo que con especial cariño recuerdo desde la mirada nítida de los atardeceres camino de Sampaio, con el silbido del tren atravesando el valle. Eran sonidos interiorizados, poco compartidos, ... (ver texto completo)
Juegos en una niñez temprana con compañeros temporales de viaje que hacían las delicias de propios extraños. Al fin, días de encuentros, y abrazos de tristeza a la despedida. Así era el pueblo que con especial cariño recuerdo desde la mirada nítida de los atardeceres camino de Sampaio, con el silbido del tren atravesando el valle. Eran sonidos interiorizados, poco compartidos, ... (ver texto completo)