Sande es un pueblo pequeño y mágico. En él nació mi padre y aún vive mi tía. Cuando hace dos años volví a visitarlo, recorrerlo, respirarlo, disfrutarlo.... entendí perfectamente a mi padre que eligió pasar allí sus últimos años. Amo de Sande sus viñas, su Castillo, sus riscos, sus casas construidas quien sabe cómo dado el tamaño de las piedras que forman sus paredes, sus "fentos" que casi tapan los restos de la que fue la bodega de la familia. En fin... agradezco infinitamente al "rey mago" que hizo posible mi visita a un lugar tan significativo para mí. Espero poder regresar algún día. Entretanto saludo desde Buenos Aires a todos los que allí habitan.