Ante estos descubrimientos la sociedad solicitó una autorización oficial para iniciar excavaciones sistemáticas en el lugar, autorización que fue concedida el 26 de febrero de 1914, y en la que se nombró arqueólogo jefe a Ignacio Calvo Rodríguez, del
Museo Arqueológico Nacional. A partir de este momento el yacimiento comenzó a aparecer en los medios de comunicación. En el mismo 1914 el canónigo Domínguez Fontela, sin ningún tipo de argumentación, atribuyó los restos a la "civilización ibérico-
romana" y los identificó con la histórica Abóbrica mencionada por Plinio el Viejo (teoría aún seguida en la actualidad por algunos autores).