Pues, ¿qué tal a 341 metros de altitud, a media ladera del monteSanta Trega, con vistas privilegiadas sobre la desembocadura del Miño, su valle y todo el territorio circundante? Nada mal, ¿no? Desde aquí los habitantes de la citania podían controlar tanto el tráfico marítimo y fluvial como las explotaciones mineras de los montes de la sierra de A Groba. Y defenderse de otros castros: todos rivalizaban entre sí por adjudicarse los mejores lugares para la caza, la pesca y el pastoreo y éste era muy “jugoso”.