Aún así, en la primera época
romana, los habitantes del castro seguían manteniendo sus
costumbres y sus viviendas. ¡Con pagar tributos a Roma valía! Pero, con el tiempo, fueron bajando al
valle, cosa que los
romanos también preferían para que sus legiones mantuvieran más fácilmente a raya a los rebeldes. Todo esto lo aprendimos en el
Museo Arqueológico de
Santa Trega, casi en la cima del
monte. Te aconsejamos que sea también tu primera parada, para luego visitar el castro –más abajo– con alguna noción más sobre su
historia y su aspecto original. Además, te encontrarás con piezas singulares de oro,
cerámica, monedas
romanas y… ¡esvásticas!