Almacenes, talleres,
graneros y, por supuesto, viviendas. Para que te hagas una idea de cómo eran las
casas en las que vivían los celtas galaicos, tienes la reproducción de una justo en la entrada. Podrás ver cómo eran su vestíbulo, el
horno, el hogar… y poco más. Las casas en su origen estaban enlucidas y pintadas con
colores como el rojo, el azul o el blanco. Además de estar decoradas con esvásticas como las que puedes ver en el
museo. Para la cubierta se utilizaban materiales vegetales y, más tarde, tejas
romanas.