En 1.162 aparece por primera vez el nombre del monasterio en los documentos oficiales de la Orden Cisterciense. Siempre fue un monasterio modesto, con una comunidad poco numerosa. A finales del s. XV manifiesta cierta decadencia; tal vez sufre la presencia de algún abad comendatario. Hacia el año 1.523 se incorpora la reforma introducida por la Congregación de Castilla. La desamortización obliga a los monjes a abandonar el cenobio en 1837. A partir de ese momento los edificios, salvo la iglesia y la parte visible del claustro van desmoronándose.
A partir de 1.961, D. Carlos Valle-Inclán -hijo del escritor- llega en busca del lugar que inspiró a su padre los “Aromas de Leyenda”. Y comienza a concebir un sueño: reconstruir el monasterio. Con un grupo de amigos funda la asociación “Amigos de Armenteira” y poco a poco, lleva acabo gran parte de la reconstrucción. Esto permite que un grupo de monjas procedentes del Monasterio de Alloz, en Navarra, restaure la vida cisterciense.
A partir de 1.961, D. Carlos Valle-Inclán -hijo del escritor- llega en busca del lugar que inspiró a su padre los “Aromas de Leyenda”. Y comienza a concebir un sueño: reconstruir el monasterio. Con un grupo de amigos funda la asociación “Amigos de Armenteira” y poco a poco, lleva acabo gran parte de la reconstrucción. Esto permite que un grupo de monjas procedentes del Monasterio de Alloz, en Navarra, restaure la vida cisterciense.