Se trata de una edificación de planta rectangular de aspecto muy austero. En su interior, puede contemplarse su
retablo barroco, que preside un gran
Cristo crucificado, dicen que cuya
cruz vino de
México rellena de monedas de oro, en una época que había una prohibición de tales envíos, lo hacían como obsequio de los misioneros allí residentes para sufragar la reconstrucción del templo.