Posteriormente, al igual que toda la costa gallega, fue explorada por los fenicios en busca de cobre y estaño, de lo que es testigo la torre de Lobeira, que desempeñó funciones de faro para la navegación de estos comerciantes, establecidos en la desembocadura del Umia, donde también aprovecharon las riquezas salinas de las tierras del Salnés.