La
iglesia fue abandonada por razones políticas y religiosas en el siglo XIX, trasladándose la iglesia parroquial a la iglesia del antiguo
convento de
San Francisco. Finalmente se utilizó como
cementerio parroquial. Sus restos fueron declarados
Monumento Nacional en 1943 y hoy en día el lugar es considerado «el cementerio más melancólico del mundo«, en palabras del escritor gallego Alvaro Cunqueiro, gran admirador de la ciudad. En 2014, las
Ruinas de
Santa Mariña de Dozo fueron elegidas como el tercer monumento funerario más importante de
España, además de estar incluido en la prestigiosa Asociación de
Cementerios Significativos de Europa (ASCE). En la actualidad se realiza una sola misa al año en el Día de los Difuntos.