Al carecer de fortificaciones tuvo la ventaja de evitar las frecuentes destrucciones de las localidades vecinas, en tanto que la carencia de un puerto comercial (que está en Pontevedra) no propició que allí se asentara la nobleza y los hombres de posibles que construían los pazos. Por esta razón, sus casas populares y sus hórreos de granito fueron construidos por humildes agricultores y pescadores de litoral.