Junto a la icónica imagen de la villa pontevedresa, la
fotografía del inmenso
hórreo de
San Martiño de Ozón (en Muxía), así como otros en
Portugal, completaron dicha entrada "cuasisagrada". Después de su paso por el
Museo de
Arte Moderno de Nueva York, la muestra se transformó en errante para llevar la
arquitectura popular, así como la reflexión sobre el valor de la misma y la importancia de su conservación, hasta más de un centenar de
rincones y ciudades durante varios años.