Combarro es parada obligatoria de las Rías Baixas. Aunque su fama resida en la cantidad de
hórreos por metro cuadrado (cerca de 60 en total), el encanto de este
pueblo marinero reside en sus
calles.
La sensación al llegar al muelle es la de un pueblo marinero sin más, pero nada que ver con la magia que esconde en su interior. Lo primero que encontramos son tres hórreos seguidos que ya nos van avisando de lo que vamos a descubrir dentro: hórreos de todas las formas y
colores.
Una vez dentro el
puerto puede resultar incluso agobiante, pero el verdadero recorrido comienza subiendo una de sus estrechas calles de
piedra y
flores. Es sorprendente cómo incluso sus tiendecitas de recuerdos y símbolos celtas tienen su encanto.
En Combarro vamos a encontrar tres construcciones características: hórreos, cruceiros y
casas mariñeiras.
1. Hórreos: De los sesenta que hay en todo el pueblo, unos treinta se sitúan a lo largo de la costa. Hasta llegar a
Galicia nunca había escuchado esta palabra, pero ¿qué es un
hórreo? Aunque a priori parezca un símbolo de culto por sus
cruces, se trata en verdad de una despensa de piedra. A pesar de dar la impresión de estar abandonados, aún siguen conservando tal función. En nuestra visita a Combarro vimos uno por dentro y charlamos con su dueño, nos contó que gracias a estar elevado sobre pilares evitaba la entrada de roedores y que sus ranuras permitían ventilar los alimentos.
2. Cruceiros: Personalmente los cruceiros nunca me han llamado mucho la atención, pero en el caso de Combarro tienen una peculiaridad: la
virgen siempre mira al
mar y el
cristo a la tierra. Según paseamos por sus calles llama la atención el cruceiro de la Virgen del Socorro pegando a un demonio, ubicado en una
plaza con mucho encanto. Cuanto menos resulta curioso ver a una virgen con un garrote… Un poco más abajo encontramos otro cruceiro con un pequeño
altar. Antiguamente estos se utilizaban para apoyar los ataúdes en las marchas fúnebes, aunque en la actualidad estos
altares se utilizan para depositar flores en la
fiesta de
Corpus.
3. Casas Mariñeiras: Además del detalle curioso de estar mirando al mar, son casas de
piedras con
balcones y flores. Según leo en su página, eran de colores porque los marineros aprovechaban la pintura que les sobraba de pintar sus
barcas.