El
retablo mayor, de estilo churrigueresco, se terminó en el año 1730. En el interior del
convento destacan el imponente
claustro con
jardín en forma de
cruz, un cruceiro y una
fuente muy parecida a la de la Ferrería. La fuente está coronada por una figura de
Santa Clara representada como habitualmente se hace: entre un ostentorio y un bastón de
olivo. Entre las
tradiciones que envuelven a este conjunto histórico está la devoción de los fieles a las Clarisas. Los historiadores señalan que durante el siglo XVI la comarca padeció grandes oscilaciones climáticas que alteraron las cosechas y provocaron graves desabastecimientos.