De las épocas anteriores a la romanización nos han quedado pocas cosas, una de las más curiosas es el culto a las
piedras del sol y de la
lluvia. Si los
pueblos del desierto creían que el infierno era un lugar de fuego (
tradición judeocristiana) y los del norte de Europa lo veían como un lugar de hielo. En la lluviosa
Galicia el mal estaba relacionado con la lluvia y la humedad, y el sol se relacionaba con el bien.