Allá por el año 1972, alguien tubo la poco feliz idea de consorciar con la Diputación de Navarra, la explotación forestal del monte Atazcaña por su lado norte comunmente llamado Gurriotal. Empezaron arrasando el monte autóctono de encinas para suplirlo por pinos de clase laricio. Esta idea aunque discutible, no sería del todo descabellada si se hubiera hecho un seguimiento de conservación adecuado de entresacas y limpieza. Pero desde el día de la plantación se olvidaron del caso. El resultado es una masa inmunda de maleza ramas y pinos raquíticos. A día de hoy al cumplirse los 38 años, debía haberse explotado el bosque y sacarle la rentabilidad que ofrecía el mercado si se hubieran seguido las pautas marcadas. Además como el pino lleva mucha resina hay riesgo de incendios. ¡Vaya cambio que hemos hecho! KOLDO