Partimos de la certeza de que la ermita nunca fué de San Antonio, sino de la Virgen de Caridad, Patrona de Petilla.
Lo que aparece en esta fotografía es el Corral de Peparilla, hoy arruinado, y ésto no tendría nada de particular a no ser que en la roca que hace de pared trasera, narra la tradición local, que una anciana señora mientras recojía leña y bellotas en un robledal cercano a la aldea, encontró en una cueva a escasos media docena de metros de altura, la imagen de la Virgen de Caridad semioculta bajo unos tupidos quejigos, esta cueva antes tenía acceso por los dos lados, izquierda y derecha, hoy imposible, yo de pequeño he subido muchas veces y se podía contemplar en una pequeña repisa, como un diminuto altar.
Esta señora, avisó a sus paisanos, quienes llegados al lugar, prorrumpieron en oraciones y cánticos de alegría mientras trasladaban la sagrada efigie al templo parroquial.
Pero ocurrió como en tantos lugares: la Virgen volvió misteriosamente una y otra vez al lugar de la aparición, hasta que los petillanos decidieron levantar su ermita, según rezan los gozos:" A la iglesia os trasladaron con aplausos muy triunfantes, pero otra vez os hallaron, en el mismo sitio que antes, para que en la soledad, os buscara nuestro celo. Pues venera con desvelo, Petilla vuestra piedad. ¡Oh Virgen de Caridad, sed nuestro amparo y consuelo."
FSA.
Lo que aparece en esta fotografía es el Corral de Peparilla, hoy arruinado, y ésto no tendría nada de particular a no ser que en la roca que hace de pared trasera, narra la tradición local, que una anciana señora mientras recojía leña y bellotas en un robledal cercano a la aldea, encontró en una cueva a escasos media docena de metros de altura, la imagen de la Virgen de Caridad semioculta bajo unos tupidos quejigos, esta cueva antes tenía acceso por los dos lados, izquierda y derecha, hoy imposible, yo de pequeño he subido muchas veces y se podía contemplar en una pequeña repisa, como un diminuto altar.
Esta señora, avisó a sus paisanos, quienes llegados al lugar, prorrumpieron en oraciones y cánticos de alegría mientras trasladaban la sagrada efigie al templo parroquial.
Pero ocurrió como en tantos lugares: la Virgen volvió misteriosamente una y otra vez al lugar de la aparición, hasta que los petillanos decidieron levantar su ermita, según rezan los gozos:" A la iglesia os trasladaron con aplausos muy triunfantes, pero otra vez os hallaron, en el mismo sitio que antes, para que en la soledad, os buscara nuestro celo. Pues venera con desvelo, Petilla vuestra piedad. ¡Oh Virgen de Caridad, sed nuestro amparo y consuelo."
FSA.