Seguimos con José María Iribarren en su libro "Burlas y Chanzas" nos cuenta lo siguiente:
..... A propósito del cura que llevaba el trabuco bajo el manteo, a una vieja de Miranda de Arga le oí un cuento, que ella aplicaba a UJUÉ como podía haberlo aplicado a cualquier pueblo. Contaba que hace más de un siglo los de Ujué mataron al cura y estuvieron muchos años sin tener párroco hasta que a un obispo se le ocurrió cubrir la vacante. La noticia corrió por Ujué, y decían las gentes:
- ¿Has oído? Dicen que mandan cura.
- ¿Lo que es cura?- indagaban los ignorantes.
- Cura es un bicho negro, todo de negro, que boca abajo parece un martillo, y boca arriba una barrena (era cuando los curas se tocaban con unas tejas descomunales)
- ¿Y eso mandan aquí? No parará mucho en el pueblo. A fe que lo himos de matar.
CONTINUARÁ
..... A propósito del cura que llevaba el trabuco bajo el manteo, a una vieja de Miranda de Arga le oí un cuento, que ella aplicaba a UJUÉ como podía haberlo aplicado a cualquier pueblo. Contaba que hace más de un siglo los de Ujué mataron al cura y estuvieron muchos años sin tener párroco hasta que a un obispo se le ocurrió cubrir la vacante. La noticia corrió por Ujué, y decían las gentes:
- ¿Has oído? Dicen que mandan cura.
- ¿Lo que es cura?- indagaban los ignorantes.
- Cura es un bicho negro, todo de negro, que boca abajo parece un martillo, y boca arriba una barrena (era cuando los curas se tocaban con unas tejas descomunales)
- ¿Y eso mandan aquí? No parará mucho en el pueblo. A fe que lo himos de matar.
CONTINUARÁ
El cura que enviaron a Ujué era un hombre valiente. Sabía que si no se imponía desde el principio a los matones, estos le harían mártir. Entró al pueblo de "tapadillo", pero a la hora de la misa, la iglesia estaba llena, y los más desalmados de la localidad le acechaban desde las barandillas del presbiterio, En vista de ello, le pidió un hacha al sacristán, se la metió bajo la casulla y cada vez que se volvía al pueblo a decir "Dominus vobiscum", sacaba el arma y esgrimiéndola con su diestra murmuraba en un tono resuelto y amenazador:
- ¡Ah perillanes! ¡Ya veréis lo que es bueno!
Aquel gesto desarmó a muchos. Vieron que las habían con un cura de agallas, dispuesto a vender cara su piel, pero los más traidores no se arredraron y, buscando ocasión de matarle, decidieron fingir un entierro. A la hora del responso, cuando el cura saliera al atrio, se echarían sobre él.
seguirá
- ¡Ah perillanes! ¡Ya veréis lo que es bueno!
Aquel gesto desarmó a muchos. Vieron que las habían con un cura de agallas, dispuesto a vender cara su piel, pero los más traidores no se arredraron y, buscando ocasión de matarle, decidieron fingir un entierro. A la hora del responso, cuando el cura saliera al atrio, se echarían sobre él.
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