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UJUE: No es pues de extrañar que en Ujué, se dieran conferencias...

“EL SOCIALISMO EN LOS PUEBLOS DE NAVARRA” DE VÍCTOR MANUEL ARBELOA Y JESÚS MARÍA FUENTE.

SEPARATA DE UJUÉ.
UJUÉ.
Sobre Ujué sabemos poco. Que, por ejemplo, en noviembre de 1906 comenzó a estar operativa la Caja Rural Católica. Que, muchos años más tarde, la sección madrugadora de UGT contaba en abril de 1931 con 110 afiliados, y en junio de 1935 tenía 20 afiliados menos: estaba situada en C/ Villeta, 9; tenía como presidente a Martín Sanz, y como secretario, a Heriberto Pérez de Urtubia (1), joven maestro nacional.
Sabemos también que el 30 de octubre de 1932 hubo un mitin socialista en Ujué, en el que hablaron, Osácar y Julia Álvarez, y que ambos dieron por la noche una conferencia en el Centro Obrero de la localidad.
A comienzos de 1933, un militante socialista nos da en ¡Trabajadores! Un resumen de las obras llevadas a cabo por el ayuntamiento de Ujué, con tres concejales socialistas en minoría, para resolver el grave problema de la desocupación de los trabajadores: arreglo de caminos, calles y balsas: construcción de un lavadero, y construcción de escuelas, todo ello por un monto total de 161.000 pts., de las que 120.000 se llevan las escuelas. No quieren los socialistas, como se ve, el bienestar de los trabajadores, de palabra, “como dicen los embaucadores social-católicos, sino de obra”
En l primera columna se nos dan a conocer los nombres de la Junta directiva de la UGT para el año 1933, renovada el último día del año anterior: presidente, Fermín Sola, labrador; secretario, Víctor Sola (reelegido); Pío Parco; contador, Jacinto Ibáñez Jurío; y vocales: Gregorio Marticorena, Miguel Ibáñez y Víctor Jaime.

(1) En la ficha inquisidora de los Padres de Familia se dice que Pérez de Urtubia, a quien se denomina “ Hediberto”. Religiosidad: Deficiente/mala. Moralidad b (buena)/mala. Prensa, socialista/comunista. Filiación, socialista/ UGT, AGN, DFN, Junta Superior de Educación, Caja 104156

CONTINUACIÓN.
EL SUCESO DE UJUÉ.

Son Fermín Sola y Pío Parco os que nos dan cuenta de ese “suceso”, contrariados a causa de las informaciones dadas por la prensa e incluso por el gobierno Civil, al que suponen “mal o sectariamente” enterado. El mediodía del 2 de diciembre de 1933, el joven afiliado a la UGT, de 29 años, que iba montado en una caballería junto a su hermano, de 14, por el camino vecinal de la Sierra, fue herido con dos disparos de posta por el alcalde de la localidad, Félix Pena, reelegido en 1933, republicano nacionalista –en el escrito no se da su nombre-, que iba armado de una escopeta; corrió éste hasta el corral de Pedro Aldunate, montó en una yegua que tenía allí preparada y se entregó a la Guardia Civil.
Completó a los pocos días el relato otro dirigente ugetista, Víctor Sola. Según éste, cuando los compañeros de la UGT comenzaron, el año anterior, por vez primera, a protestar porque el pueblo se había quedado sin terrenos comunales para poder hacer leña, los propietarios, acompañados de sus parientes y amigos se pusieron a talar todos los árboles que encontraban en sitio peligroso, y los que ellos llaman “maleantes” hicieron lo mismo y cortaron todos los que creían se hallaban en terreno comunal, avisando antes al guarda para que viese la leña que hacían. Se publicó un bando de la alcaldía prohibiendo a todos hacer leña en tanto se arreglase la cosa; los trabajadores ugetistas colgaron sus hachas, no así los propietarios; por lo que los primeros, los “malos”, volvieron a la carga. El día 18 de octubre, publicó el alcalde el segundo bando, pero el día 20, los propietarios volvieron por sus fueros, contratando incluso obreros y carros a jornal.
El 1 de diciembre, el gobernador civil intervino con un nuevo bando, y al día siguiente, el alcalde cogía en sus manos, el plan justiciero, una escopeta de postas, “sin que en el reto de la actuación haya dado la menor sensación de autoridad, ni haya querido tomar cartas en el asunto”. Añade el ugetista Sola que, de las muchas denuncias levantadas por los guardas rurales en ambos bandos, en el Gobierno civil sólo solo se conocen por lo reproducido en la prensa, las que corresponden a los “eternos maleantes”.
De seguir así, remata el autor, pronto se llegará al total exterminio forestal en vez de ir a su repoblación, y lo que ayer solamente fue un aviso, puede otro día traer consecuencias fatales que todos tendríamos que lamentar”.

CONTINUACIÓN.

DE LA EXALTACIÓN DEL CAMPO A LA CRÍTICA DE LA IGLESIA.
A finales de abril de 1934, Heriberto Pérez de Urtubia, colaborador del semanario sobre temas de educación, escribía desde Ujué unas razonadas reflexiones sobre el papel de la agricultura en el conjunto de la política económica y social de España, ponderando el contrato entre el campo y la ciudad, citando a modo de entradilla una frase de Ortega y Gasset, de que “no hay otro camino para llegar a la prosperidad de España que el que pasa por el campo”.
Para el autor, mal crónico de nuestro país es el abandono del campo, y de los hombres del campo, que vinieron aguantando con resignación evangélica, “año tras año y siglo tras siglo de las vandálicas hordas de políticos profesionales y caciques, que los tienen oprimidos y sujetos por el hambre y la ignorancia”. Solo ha habido una organización que se ha preocupado y preocupa por los campesinos, y esta es naturalmente, la socialista, sobre todo desde el primer decreto del Gobierno de la República que prohibió la expulsión de ningún campesino de la tierra cultivaba. Pero eso no basta para iniciar la prosperidad agrícola, a través de otras garantías económicas a los campesinos y de la aplicación de los adelantos de las ciencias de la agricultura.
No defiende Urtubia el abandono de la total transformación de la ciudad –que no es lo mismo que la excesiva suntuosidad y refinamiento en el lujo-, pero es menester reconocer que ninguna obra es tan productiva para la economía nacional y para el remedio del paro que la llevada a cabo en beneficio del campo. El valor del trabajo invertido en las construcciones monumentales, en los suntuosos palacios, en las costosas estatuas de las ciudades es tan pobre y reducido, que es intransportable y no pasa del mercado local, mientras que todo trabajo aplicado a las grandes obras hidráulicas, a las grandes repoblaciones forestales, a la mejora de la producción agrícola, influye en el comercio y en la industria, en toda nuestra economía, y crea valores acumulables y transportables, de mercado universal. Además, todos estos últimos trabajos son, al contrario que los primeros, generadores de otros nuevos, produciendo nuevas actividades que permanentemente ocupan a los obreros y matan la plaga del paro.
A finales de septiembre de 1935, mes de muchos actos violentos en Navarra, ardió un pequeño trozo de comunal de Ujué, desconociéndose, como en tantos casos el autor.
Ujué, con una importante presencia ugetista y republicana en el consistorio-las cifras cuadran del todo y menos la identidad de cada uno de los nueve concejales-, votó en las tres elecciones legislativas muy mayoritariamente en favor de la coalición católico-fuerista en 1931 y del Bloque de Derechas en 1933 y 1936; en noviembre de 1933, mientras el Bloque consiguió 1.455 votos, la candidatura socialista no pasó de 785 y el PNV de 205.

CONTINUARÁ

NOTA Mientras el número de concejales era de nueve, en la sección sobre composición política de los ayuntamientos a finales de 1932, que nos da Virto, aparecen diez identificaciones, Las elecciones…p. 206. Y mientras las fuentes hablan, después de la constitución del primer ayuntamiento en abril de 1931 por el artículo 29, de seis “antirrevolucionarios” y de tres “sin filiación”, el representante de Ujué en la asamblea de Pamplona, de 10 de agosto de 1931, votó en contra de las confesionales “enmiendas de Azpeitia-Estella” al Estatuto de la Sociedad de Estudios Vascos, cosa impensable en aquel momento si la mayoría hubiera sido “antirrevolucionaria”. Tampoco es muy entendible la clasificación política que se da a finales de 1932: 2 republicanos nacionalistas, entre ellos, el alcalde Pena; 3 socialistas (Víctor Jaime); 2 republicanos socialistas y 3 nacionalistas. Ibid.

No es pues de extrañar que en Ujué, se dieran conferencias o se organizasen actos de propaganda católica, en este caso sobre la supresión del presupuesto del culto y clero y la necesidad de subvenir a la iglesia por medio de los católicos, así como sobre la escuela laica y la ayuda a las escuelas católicas. Pero lo que se “escandaliza”, para empezar, al colaborador de ¡Trabajadores! Es que el acto tenga lugar en la histórica iglesia de Nuestra Señora la Real de Ujué, convertida en “centro cualquiera”, donde se puede aplaudir y gritar, una vez retirado el Santísimo –“el sagrario”, escribió el autor-, teniendo que ver con el dolor de la Virgen, “que ha sido admiración y orgullo de toda la provincia”, que sean los seglares los que acudan a ella a predicar a los ministros de Dios.
Y, mientras solo nos dice que los primeros oradores, “señorita y señorito”, hablaron de la pobreza de los ministros de Dios en la Tierra, él quiere evocarnos, sin aclararnos más, el affaire de la Caja Rural, cuya fundación y dirección estuvo encomendad a dichos ministros, que dejó el pueblo en la miseria. No se contenta ahora con que los curas quieran devolverles en misas las pesetas que se gastaron en “pequeños vicios”, ni que con sus sagrados himnos les hagan ganar la gloria por toda la eternidad.
Desde que se aprobaron los artículos 26 y 48 de la Constitución –“que ellos han procurado quemar”- no se les ha oído a “estos tragacristos” otro evangelio que la pobreza del clero, y, por si fuera poco, se han servido a domicilio boletines de suscripción que se pueden encabezar desde “la módica cantidad de seis pesetas”. Si ellos no hubiesen tirado tanto de la manta, no tendrían ahora necesidad de pedir, pues todos seguirán siendo “los corderos de su manso rebaño”
El tercer orador fue todavía peor: dio un curso completo de enseñanza, relató a su manera “los horrores de la escuela laica” y aprovechó el momento para “destilar su baba venenosa injuriando al pueblo ruso y pintando a sus dirigentes como verdaderas furias del aderno”, hasta contar que “en lugar de Cristo adoraban a un monigote vestiod de rojo con la inscripción de Judas Iscariote”. Pero ¿qué es mejor: tener por santón ese fantasma o “tener una banda de negociantes, que comienza en el representante de Dios en la Tierra y termina en el último cuervo de aldea que suministran la religión a tanto el gramo?” Y se contesta que mejor el hombre rojo, aunque éste no sirva para bendecir un ejército de católicos garantizados –alusión a la guerra llevada a cabo por Italia contra Abisinia-, cuyas tropas bombardean hospitales, destruyen poblados y queman iglesias.
Y este es el mensaje final:
¡Farsantes! ¡Hipócritas! No os atrevéis siquiera a hablar de amor y caridad, vosotros que solo practicáis el odio y el rencor. Cada prédica vuestra es un insulto y un escarnio más, para las doctrinas de aquel Cristo que dignamente representáis, sin otro fin que el de llenar vuestras oriundas panzas y sembrar la mentira y el engaño disfrazados con la capa e la religión.
El 25 de junio de 1936, Heriberto Pérez de Urtubia ponía en movimiento la Agrupación Socialista en su pueblo, con sede en la C/. Villeta 12. El mismo día y en la misma sede, los promotores Víctor Sola y Joaquín Ibáñez hacían lo mismo con la Juventud Socialista de Ujué