En determinadas zonas del País Vasco, la dehesa, paisaje propio del mundo mediterráneo, adquiere una representatividad testimonial. Los antiguos usos agroforestales mediante el aclarado del bosque de encina y el laboreo del terreno permitieron compaginar aprovechamientos diferentes. Hoy en día el eventual pastoreo de los rebaños de ovejas permite mantener estos vestigios del paisaje relicto.