Cárcamo es un bonito pueblo del Valle de Valdegovía, a cuyo ayuntamiento se incorporó en 1.927, a raíz de la disolución del Ayuntamiento de Lacozmonte, a quien perteneció hasta ese año junto con Fresneda y Guinea, hoy también Ayuntamiento de Valdegovía, y Artaza, Escota y Barrón que pasaron al Ayuntamiento de Ribera Alta.
Tiene una peculiaridad y es que todas sus casas están aisladas unas de otra. No hay ninguna adosada a otra. Aquí no pueden decir “somos vecinos de puerta con puerta”.
Según el Historial de la casa Varona, de Villanañe, Cárcamo debe su origen al VII Señor de dicha Casa, llamado Martín, quien lo fundó y construyó en el siglo XI “para que hubiese racionales que a flechazos y lanzadas matasen a tanta fiera como se criaba en la espesura de aquellos montes e infestaban los valles de Val de Gobía y La Ribera.•
Tomó Cárcamo el nombre de la madre del fundador Doña Paula de Cárcamo.
En el libro de Becerro de las Behetrías de la Real Cancillería de Valladolid, compuesto en 1.340 por orden del Rey D. pedro I, y en el que se detallan al por menor los apellidos de la nobleza de aquel tiempo y sus posesiones feudales, aparece el apellido Cárcamo, con sus variantes: Orcanio, Carcanio, y Cárcamu, al tratar de los lugares del Valle de Gobea.
Alguna teoría sitúa su nombre de Cárcamo al asociarlo con cárcavo, que es una de las partes de un molino hidráulico, aunque no hay constancia de dicha actividad en el lugar, aunque tenemos conocimiento de un molino cuyas ruinas pueden verse aún pero sin actividad desde hace quizá siglos, por lo que no aparece documentado en libros actuales al respecto.
No sólo fue en sus orígenes lugar de fieras, sino tan pobre, que en el año 1332, Alfonso XI, concedió a los habitantes de Cárcamo, junto a los de Fresneda, el privilegio de pagar la mitad de los pechos y tributos que los restantes pueblos de Alava, en razón a la pobreza de las tierras que ocupaban. Este privilegio fue confirmado el 15 de Septiembre de 1.371 por Enrique II.
Cárcamo estuvo situado junto a la antigua calzada romana y tuvo su casa torre, de la que hoy sólo queda el topónimo “la torre” junto a una de las actuales casas del pueblo.
En Càrcamo, además de los numerosos escudos nobiliarios que podemos ver en sus casas de las familias Salazar, Urbina, Guinea y Beltrán, existe una antiquísima ermita de estilo románico, que seguramente fue la primitiva iglesia del lugar. Esta ermita dedicada a San Juan Bautista, tiene la peculiaridad de que en la misma existe una inscripción de 1.150 en la que se hace referencia a la Orden del Císter y por su belleza merece la pena ser visitada. Es de planta rectangular de una sola nave y ábside cubierto por bóveda de horno. La portada consta de un arco de medio punto. El ventanal del ábside se decora con ajedrezados y bolas, y los capiteles con una sencilla decoración vegetal y figuras muy deterioradas. Junto a este ventanal hay una Cruz de Santiago. En su interior, la temática elegida para la decoración de los capiteles pone a este templo en relación con la temática del románico más antiguo, como es la de un personaje perseguido por una bestia con la cola entre las patas traseras.
Su iglesia parroquial está dedicada a la Asunción de Nuestra Señora, que según datos de la familia Beltrán de Salazar residentes en Cárcamo, un hijo de esta familia, sacerdote, construyó la misma hacia 1.542. A este motivo existió también una viga que sostiene el coro con la siguiente inscripción: “Esta iglesia por edificada por Lope García de Salazar. Le costó 80.000 maravedíes.” De planta rectangular y bóveda de medio cañón apuntado, conserva parte de su trazo original románico, pero ha sufrido diversas transformaciones con el paso del tiempo. El retablo mayor es de estilo rococó muy colorista. En este retablo se pueden contemplar dos escudos, uno con las trece estrellas de los Salazar y otro con las cinco llagas, que representan la sangre de Cristo, y que también se puede ver en la fachada de la antigua casa cural, así como en la de una casa en el cercano Espejo.
No hace tiempo, 2.007-2.008, que el pueblo de Cárcamo, en base a subvención de nuestra Diputación Foral, realizó una obra de restauración y recuperación de su lavadero que estaba siendo destinado a almacén, encontrándose su uso desvirtuado. La intervención rehabilitadota ha permitido la recuperación del lavadero en planta baja y la habilitación de su primer piso en Centro Social del pueblo.
Animamos a este bonito pueblo a la recuperación de un deporte alavés por excelencia: el juego de bolos. Este pueblo llegó a contar con tres juegos de bolos, hoy los tres desaparecidos. Dos de ellos eran de bolo alavés puro, de un tablón, uno para uso y disfrute de los mayores y otro para los niños, no se sabe si para inculcarles el gusto por el bolo, o para que no molestasen a los mayores cuando jugaban. El otro juego de bolos desaparecido, también alavés, era el de tres tablones con nueve bolos.
Tiene una peculiaridad y es que todas sus casas están aisladas unas de otra. No hay ninguna adosada a otra. Aquí no pueden decir “somos vecinos de puerta con puerta”.
Según el Historial de la casa Varona, de Villanañe, Cárcamo debe su origen al VII Señor de dicha Casa, llamado Martín, quien lo fundó y construyó en el siglo XI “para que hubiese racionales que a flechazos y lanzadas matasen a tanta fiera como se criaba en la espesura de aquellos montes e infestaban los valles de Val de Gobía y La Ribera.•
Tomó Cárcamo el nombre de la madre del fundador Doña Paula de Cárcamo.
En el libro de Becerro de las Behetrías de la Real Cancillería de Valladolid, compuesto en 1.340 por orden del Rey D. pedro I, y en el que se detallan al por menor los apellidos de la nobleza de aquel tiempo y sus posesiones feudales, aparece el apellido Cárcamo, con sus variantes: Orcanio, Carcanio, y Cárcamu, al tratar de los lugares del Valle de Gobea.
Alguna teoría sitúa su nombre de Cárcamo al asociarlo con cárcavo, que es una de las partes de un molino hidráulico, aunque no hay constancia de dicha actividad en el lugar, aunque tenemos conocimiento de un molino cuyas ruinas pueden verse aún pero sin actividad desde hace quizá siglos, por lo que no aparece documentado en libros actuales al respecto.
No sólo fue en sus orígenes lugar de fieras, sino tan pobre, que en el año 1332, Alfonso XI, concedió a los habitantes de Cárcamo, junto a los de Fresneda, el privilegio de pagar la mitad de los pechos y tributos que los restantes pueblos de Alava, en razón a la pobreza de las tierras que ocupaban. Este privilegio fue confirmado el 15 de Septiembre de 1.371 por Enrique II.
Cárcamo estuvo situado junto a la antigua calzada romana y tuvo su casa torre, de la que hoy sólo queda el topónimo “la torre” junto a una de las actuales casas del pueblo.
En Càrcamo, además de los numerosos escudos nobiliarios que podemos ver en sus casas de las familias Salazar, Urbina, Guinea y Beltrán, existe una antiquísima ermita de estilo románico, que seguramente fue la primitiva iglesia del lugar. Esta ermita dedicada a San Juan Bautista, tiene la peculiaridad de que en la misma existe una inscripción de 1.150 en la que se hace referencia a la Orden del Císter y por su belleza merece la pena ser visitada. Es de planta rectangular de una sola nave y ábside cubierto por bóveda de horno. La portada consta de un arco de medio punto. El ventanal del ábside se decora con ajedrezados y bolas, y los capiteles con una sencilla decoración vegetal y figuras muy deterioradas. Junto a este ventanal hay una Cruz de Santiago. En su interior, la temática elegida para la decoración de los capiteles pone a este templo en relación con la temática del románico más antiguo, como es la de un personaje perseguido por una bestia con la cola entre las patas traseras.
Su iglesia parroquial está dedicada a la Asunción de Nuestra Señora, que según datos de la familia Beltrán de Salazar residentes en Cárcamo, un hijo de esta familia, sacerdote, construyó la misma hacia 1.542. A este motivo existió también una viga que sostiene el coro con la siguiente inscripción: “Esta iglesia por edificada por Lope García de Salazar. Le costó 80.000 maravedíes.” De planta rectangular y bóveda de medio cañón apuntado, conserva parte de su trazo original románico, pero ha sufrido diversas transformaciones con el paso del tiempo. El retablo mayor es de estilo rococó muy colorista. En este retablo se pueden contemplar dos escudos, uno con las trece estrellas de los Salazar y otro con las cinco llagas, que representan la sangre de Cristo, y que también se puede ver en la fachada de la antigua casa cural, así como en la de una casa en el cercano Espejo.
No hace tiempo, 2.007-2.008, que el pueblo de Cárcamo, en base a subvención de nuestra Diputación Foral, realizó una obra de restauración y recuperación de su lavadero que estaba siendo destinado a almacén, encontrándose su uso desvirtuado. La intervención rehabilitadota ha permitido la recuperación del lavadero en planta baja y la habilitación de su primer piso en Centro Social del pueblo.
Animamos a este bonito pueblo a la recuperación de un deporte alavés por excelencia: el juego de bolos. Este pueblo llegó a contar con tres juegos de bolos, hoy los tres desaparecidos. Dos de ellos eran de bolo alavés puro, de un tablón, uno para uso y disfrute de los mayores y otro para los niños, no se sabe si para inculcarles el gusto por el bolo, o para que no molestasen a los mayores cuando jugaban. El otro juego de bolos desaparecido, también alavés, era el de tres tablones con nueve bolos.