En efecto, la fiesta de Espejo se celebraba el 6 de agosto, dedicada a San Salvador y venía a coincidir con las faenas de la trilla cuando, se retrasaba la cosecha. Estas tareas eran inaplazables y la coincidencia con la fiesta era un incordio. Por eso, años después de la guerra se retrasó la celebración festiva. Lo cual, ahora no tiene sentido. En la anteguerra el pueblo tenía 16 labradores. Hoy no queda ni uno. Las tierras las lleva en arriendo en su mayoría un único labrador junto con las de otros pueblos. Ha sucedido así por efecto de la mecanización.
Espejo llegó a tener unos 360 habitantes. Con la industrialización de Vitoria, empezó una emigración masiva de jóvenes, continuando una tradición que ya se había iniciado en el siglo XIX ante el mismo fenómeno registrado en Bilbao a finales del mismo. Ahora se nota un ligero crecimiento, tal vez por la carestía de la vivienda en las ciudades y también por la crisis que ha hecho que algunos nativos retornen a sus pueblos.
De todas formas sería ineresante recoger la historia de estos pueblos cruzados por la carretera llamada del Señorio de Vizcaya, que tuvo el carácter de camino real y llegó a ser el más corto y frecuehntado entre Bilbao y Madrid.
Era entonces Espejo un pueblecito que daba servicios a la zona baja de la comarca de Valdegovia. Un autobúes diario a Vitoria y otro a Bilbao, daba servicio a todo el vÄlle. Espejp contasba con luz electrica desde la primera década del siglo XX, centralilla de teléfonos desde finales de los años veinte, y tenía médico, veterinario, farmacia, dos escuelas, puesto de la guarfdia civil, dos tiendas de coloniales, dos fondas, tres bares,, dos zapateros, dos sastres, dos empresas panificadoras, una sierra, una herrería, un serviciode taxis y cierto nivel ded vida que se perdió tras la guerra.
El pueblo tenía otras fiestas, como la de San Juan, o la de Santa Agueda, o las de Carnaval y otras atracciones de las que podríamos hablar en otra ocasión.
Espejo llegó a tener unos 360 habitantes. Con la industrialización de Vitoria, empezó una emigración masiva de jóvenes, continuando una tradición que ya se había iniciado en el siglo XIX ante el mismo fenómeno registrado en Bilbao a finales del mismo. Ahora se nota un ligero crecimiento, tal vez por la carestía de la vivienda en las ciudades y también por la crisis que ha hecho que algunos nativos retornen a sus pueblos.
De todas formas sería ineresante recoger la historia de estos pueblos cruzados por la carretera llamada del Señorio de Vizcaya, que tuvo el carácter de camino real y llegó a ser el más corto y frecuehntado entre Bilbao y Madrid.
Era entonces Espejo un pueblecito que daba servicios a la zona baja de la comarca de Valdegovia. Un autobúes diario a Vitoria y otro a Bilbao, daba servicio a todo el vÄlle. Espejp contasba con luz electrica desde la primera década del siglo XX, centralilla de teléfonos desde finales de los años veinte, y tenía médico, veterinario, farmacia, dos escuelas, puesto de la guarfdia civil, dos tiendas de coloniales, dos fondas, tres bares,, dos zapateros, dos sastres, dos empresas panificadoras, una sierra, una herrería, un serviciode taxis y cierto nivel ded vida que se perdió tras la guerra.
El pueblo tenía otras fiestas, como la de San Juan, o la de Santa Agueda, o las de Carnaval y otras atracciones de las que podríamos hablar en otra ocasión.
