UN EJEMPLO DE VIDA: TONY MELENDEZ
Historias de Vidas Que Merecen Ser Contadas
El Valor de la Familia, Un Gran Padre
Paul Potts, Para Emocionarse
UN POCO DE HISTORIA....
Un medicamento inofensivo: Química Grünenthal era una de las tantas pequeñas empresas que aparecieron en Alemania luego de la Segunda Guerra Mundial. Empezó fabricando antibióticos para otras compañías, luego elaboró medicamentos que ella misma se encargaba de comercializar. En 1954, como parte de un programa de búsqueda de nuevas drogas, patentó la talidomida, una sustancia que otra compañía suiza había descartado al no encontrarle aplicaciones médicas.
Heinrich Mückter, ex médico del ejército alemán durante la dictadura nazi y ahora jefe del laboratorio de investigación de Química Grünenthal, supervisó la búsqueda de las propiedades medicinales de la talidomida. Varios experimentos demostraron que la droga tenía al menos una propiedad muy llamativa: su toxicidad en los animales de laboratorio era bajísima. Las ratas, conejos, gatos y perros que recibieron grandes dosis de la droga no presentaron ningún síntoma de intoxicación.
Los investigadores y las autoridades de Química Grünenthal ignoraban cuáles eran las propiedades medicinales de la talidomida, si es que tenía alguna, pero estaban dispuestos a encontrarlas. Un medicamento sin efectos secundarios es el sueño de todas las empresas farmacéuticas.
En esa época, los tranquilizantes más efectivos eran los barbitúricos, que se vendían con gran éxito en todo el mundo y tenían un mercado multimillonario. Pero eran muy tóxicos y cada vez más gente los usaba para suicidarse. También eran frecuentes las muertes por sobredosis accidentales. La empresa que encontrara un tranquilizante poco tóxico se enriquecería de inmediato.
La talidomida no mostró propiedades tranquilizantes en ninguno de los animales de laboratorio en que la probaron. Estuvieron a punto de descartarla, pero no lo hicieron al observar que su estructura química se parecía a la de los barbitúricos. La semejanza era superficial, pero Mückter la consideró suficiente y decidió probar la talidomida en los humanos. No lo hizo personalmente, sino que mandó distribuir la droga en forma gratuita entre los médicos alemanes, para que se la recomendaran a sus pacientes. Poco después, Mückter recibió las noticias que tanto esperaba. Los informes médicos describían a la talidomida como un poderoso sedante. Habían encontrado un remedio para el insomnio.
Química Grünenthal no perdió el tiempo. Unos meses más tarde, una gran campaña publicitaria anunciaba la aparición de Contergan, una píldora para dormir que contenía talidomida, una droga totalmente inofensiva.
En agosto de 1958, la empresa envió a más de 40.000 médicos alemanes una carta en la que recomendaba el Contergan para combatir las náuseas que la mayoría de las mujeres sufre en los primeros meses del embarazo. “No daña a la madre ni al hijo’ decía la carta. Miles de mujeres en todo el mundo tuvieron un embarazo libre de molestias.
Irresponsabilidad ilimitada: La talidomida se llegó a vender en más de cuarenta países, con docenas de nombres comerciales, sola o mezclada con otras drogas. La recomendaban para el resfrío, la tos, el asma, el dolor de cabeza, la ansiedad y el insomnio. La promocionaban para tranquilizar a los niños en los cines y en los consultorios de los médicos. La campaña publicitaria giraba alrededor de su bajísima toxicidad. El consumo masivo se vio favorecido en varios países que autorizaron su venta libre.
Era verdad que los animales de laboratorio que habían recibido grandes dosis no presentaron síntomas de intoxicación. Esas dosis habían sido aplicadas una sola vez y entonces era correcto afirmar que la talidomida no producía intoxicaciones agudas. Sin embargo, no se había hecho ninguna prueba para averiguar si producía intoxicaciones crónicas. ¿Qué efectos produciría el consumo periódico y prolongado de bajas dosis de talidomida, como el que, en ese mismo momento, estaban realizando miles de personas en todo el mundo? Nadie lo sabía, pero la respuesta no tardó en llegar.
Un año después del lanzamiento del Contergan, Química Grünenthal recibió informes inquietantes. Algunos de los pacientes que consumían la talidomida en forma crónica sufrían temblores, disminución de la presión sanguínea, pérdida de memoria y reacciones alérgicas. También se describían casos de pérdida del tacto en los píes, los tobillos, las pantorrillas y las manos. Las autoridades de la empresa ignoraron o descalificaron estas advertencias. Cuando algún médico les preguntaba si habían recibido quejas sobre efectos secundarios, le mentían.
Mientras tanto, en los hospitales alemanes nacieron bebés con focomelia, una enfermedad tan rara que la mayoría de los médicos nunca la había visto. Ahora se encontraban con varios casos nuevos por semana. Así se descubrió, de la peor manera posible, que la talidomída produce malformaciones de nacimiento.
La talídomida provocó el nacimiento de bebés sin brazos, sin piernas o sin ambos, con las manos y los pies saliendo directamente del tronco. También produjo ausencia de ano y deformación o ausencia de los dedos, las orejas, los ojos, los genitales y los órganos internos. Unos 12.000 bebés nacieron deformes; menos de la mitad llegó a la adolescencia.
Historias de Vidas Que Merecen Ser Contadas
El Valor de la Familia, Un Gran Padre
Paul Potts, Para Emocionarse
UN POCO DE HISTORIA....
Un medicamento inofensivo: Química Grünenthal era una de las tantas pequeñas empresas que aparecieron en Alemania luego de la Segunda Guerra Mundial. Empezó fabricando antibióticos para otras compañías, luego elaboró medicamentos que ella misma se encargaba de comercializar. En 1954, como parte de un programa de búsqueda de nuevas drogas, patentó la talidomida, una sustancia que otra compañía suiza había descartado al no encontrarle aplicaciones médicas.
Heinrich Mückter, ex médico del ejército alemán durante la dictadura nazi y ahora jefe del laboratorio de investigación de Química Grünenthal, supervisó la búsqueda de las propiedades medicinales de la talidomida. Varios experimentos demostraron que la droga tenía al menos una propiedad muy llamativa: su toxicidad en los animales de laboratorio era bajísima. Las ratas, conejos, gatos y perros que recibieron grandes dosis de la droga no presentaron ningún síntoma de intoxicación.
Los investigadores y las autoridades de Química Grünenthal ignoraban cuáles eran las propiedades medicinales de la talidomida, si es que tenía alguna, pero estaban dispuestos a encontrarlas. Un medicamento sin efectos secundarios es el sueño de todas las empresas farmacéuticas.
En esa época, los tranquilizantes más efectivos eran los barbitúricos, que se vendían con gran éxito en todo el mundo y tenían un mercado multimillonario. Pero eran muy tóxicos y cada vez más gente los usaba para suicidarse. También eran frecuentes las muertes por sobredosis accidentales. La empresa que encontrara un tranquilizante poco tóxico se enriquecería de inmediato.
La talidomida no mostró propiedades tranquilizantes en ninguno de los animales de laboratorio en que la probaron. Estuvieron a punto de descartarla, pero no lo hicieron al observar que su estructura química se parecía a la de los barbitúricos. La semejanza era superficial, pero Mückter la consideró suficiente y decidió probar la talidomida en los humanos. No lo hizo personalmente, sino que mandó distribuir la droga en forma gratuita entre los médicos alemanes, para que se la recomendaran a sus pacientes. Poco después, Mückter recibió las noticias que tanto esperaba. Los informes médicos describían a la talidomida como un poderoso sedante. Habían encontrado un remedio para el insomnio.
Química Grünenthal no perdió el tiempo. Unos meses más tarde, una gran campaña publicitaria anunciaba la aparición de Contergan, una píldora para dormir que contenía talidomida, una droga totalmente inofensiva.
En agosto de 1958, la empresa envió a más de 40.000 médicos alemanes una carta en la que recomendaba el Contergan para combatir las náuseas que la mayoría de las mujeres sufre en los primeros meses del embarazo. “No daña a la madre ni al hijo’ decía la carta. Miles de mujeres en todo el mundo tuvieron un embarazo libre de molestias.
Irresponsabilidad ilimitada: La talidomida se llegó a vender en más de cuarenta países, con docenas de nombres comerciales, sola o mezclada con otras drogas. La recomendaban para el resfrío, la tos, el asma, el dolor de cabeza, la ansiedad y el insomnio. La promocionaban para tranquilizar a los niños en los cines y en los consultorios de los médicos. La campaña publicitaria giraba alrededor de su bajísima toxicidad. El consumo masivo se vio favorecido en varios países que autorizaron su venta libre.
Era verdad que los animales de laboratorio que habían recibido grandes dosis no presentaron síntomas de intoxicación. Esas dosis habían sido aplicadas una sola vez y entonces era correcto afirmar que la talidomida no producía intoxicaciones agudas. Sin embargo, no se había hecho ninguna prueba para averiguar si producía intoxicaciones crónicas. ¿Qué efectos produciría el consumo periódico y prolongado de bajas dosis de talidomida, como el que, en ese mismo momento, estaban realizando miles de personas en todo el mundo? Nadie lo sabía, pero la respuesta no tardó en llegar.
Un año después del lanzamiento del Contergan, Química Grünenthal recibió informes inquietantes. Algunos de los pacientes que consumían la talidomida en forma crónica sufrían temblores, disminución de la presión sanguínea, pérdida de memoria y reacciones alérgicas. También se describían casos de pérdida del tacto en los píes, los tobillos, las pantorrillas y las manos. Las autoridades de la empresa ignoraron o descalificaron estas advertencias. Cuando algún médico les preguntaba si habían recibido quejas sobre efectos secundarios, le mentían.
Mientras tanto, en los hospitales alemanes nacieron bebés con focomelia, una enfermedad tan rara que la mayoría de los médicos nunca la había visto. Ahora se encontraban con varios casos nuevos por semana. Así se descubrió, de la peor manera posible, que la talidomída produce malformaciones de nacimiento.
La talídomida provocó el nacimiento de bebés sin brazos, sin piernas o sin ambos, con las manos y los pies saliendo directamente del tronco. También produjo ausencia de ano y deformación o ausencia de los dedos, las orejas, los ojos, los genitales y los órganos internos. Unos 12.000 bebés nacieron deformes; menos de la mitad llegó a la adolescencia.
Buenos días TEO: Leyendo ésto se me parte el corazón. Por desgracia he tenido el problema cerca pues he tenido una compañera minusválida por este problema. TUVO TODO EL CARIÑO QUE SE MERECIA y élla lo sublimó con su inteligencia y su vocación.. Un abrazo, TEO.
Noemi buenos días, mira ese señor llevo una vida de sacrificios hasta que pudo conseguir su meta, que no le costaría trabajo quitar complejos, y pasar esos obstáculos que pone en estos casos la sociedad, pues mira yo te voy a decir una cosa todos esos obstáculos que se encuentra un minusválido el el camino, se libran con amor propio y la cosa mas importante, la comprension y el cariño de la gente, y te lo digo por experiencia y cono decían hasta aquí puedo leer, pasa buen día y te mando un abrazo.