Hora sexta
Señor, vas a morir... Míranos antes.
Abrásanos con una llamarada
de tu perdón en la postrer mirada
de tus ojos sin luz, agonizantes.
De rodillas venimos suplicantes
para ungir esa carne desgarrada,
pidiendo, por la sangre derramada,
el perdón de tus labios deprecantes.
Todo se ha consumado... Tus heridas
serán perenne luz, sangrienta aurora,
amanecer de un nuevo amor fecundo.
Lo das todo. Tus llagas encendidas,
el precio de tu sangre redentora,
todo lo das por redimir al mundo.
Señor, vas a morir... Míranos antes.
Abrásanos con una llamarada
de tu perdón en la postrer mirada
de tus ojos sin luz, agonizantes.
De rodillas venimos suplicantes
para ungir esa carne desgarrada,
pidiendo, por la sangre derramada,
el perdón de tus labios deprecantes.
Todo se ha consumado... Tus heridas
serán perenne luz, sangrienta aurora,
amanecer de un nuevo amor fecundo.
Lo das todo. Tus llagas encendidas,
el precio de tu sangre redentora,
todo lo das por redimir al mundo.