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OYON: Fiesta de Santa Ceciia...

Fiesta de Santa Ceciia

VIII. TESTIMONIO DE CARDENAL BARONIO
"Yo vi el arca, que se encerró en el sarcófago de mármol -dice el cardenal Baronio- y dentro, el cuerpo venerable de Cecilia. A sus pies estaban los paños empapados en sangre, y aún podía distinguirse el color verde del vestido, tejido en seda y oro, a pesar de los destrozos que el tiempo había hecho en él. Podía verse, con admiración, que este cuerpo no estaba extendido como los de los muertos en sus tumbas. Estaba la castísima virgen recostada sobre el lado derecho, unidas sus rodillas con modestia, ofreciendo el aspecto de alguien que duerme, e inspirando tal respeto, que nadie se atrevió a levantar la túnica que cubría el cuerpo virginal. Sus brazos estaban extendidos en la dirección del cuerpo, y el rostro un poco inclinado hacia la tierra, como si quisiese guardar el secreto del último suspiro. Sentíamonos todos poseídos de una veneración inefable, y nos parecía como si el esposo vigilase el sueño de su esposa, repitiendo las palabras del Cantar: “No despertéis a la amada hasta que ella quiera". Aunque la relación parece fruto de la fantasía, los mártires Valeriano y Tiburcio, sepultados en las catacumbas de Pretextato, son históricamente ciertos. Después del proceso, referido por el autor de la Passio, Cecilia, condenada a ser decapitada, recibió tres poderosos tajos del verdugo, sin que su cabeza cayese cortada: Había pedido y obtenido la gracia de volver a ver al papa Urbano antes de morir. En la espera de esta visita ella continuó durante tres días profesando la fe. No pudiendo hablar, expresó con los dedos el credo en Dios uno y trino. Y con este gesto la esculpió Maderno en su célebre, bellísima e impresionante imagen de mármol.
IX. PATRONA DE LA MUSICA
Cecilia, virgen clarísima, Lirio del cielo llega escoltada por la gloria divina con música y cantos, al banquete nupcial, en palabras de la narración de la Passio: Cantantibus organis, Caecilia, in corde suo, soli Domino decantabat, dicens: - Fiat cor et corpus meum immaculatum ut non confundar -, "Mientras tocaba el órgano, Cecilia cantaba salmos al Señor". A su Señor, a su Esposo: "Que mi corazón y mi cuerpo permanezcan inmaculados, para que no quede confundida". Sus oraciones fueron escuchadas y fue martirizada. Este relato escrito de las Actas de la mártir se grabó en mosaicos, y se decoró een frescos y miniaturas.
X. LOS PINTORES Y POETAS
En el siglo XVI y siguientes su posición como patrona de la música fue creciendo. Y los artistas la representaron tocando el órgano, o junto a él, en numerosas pinturas, destacando las de Rafael, Rubens y Pousin. Así la celebraron los pintores, los músicos y los poetas, Dryden, Pope, Purcell y Händel. El Movimiento Ceciliano alemán del siglo XIX la tomó como Patrona para la reforma de la música litúrgica, que culminó en el Motu Proprio de San Pio X, en 1903.
XI. CECILIA CANTA EN EL CIELO
Podemos imaginarnos a Cecilia cantando gozosa en el cielo, pidiendo al Señor que nosotros seamos dignos de cantar las alabanzas de Dios por las maravillas que obra en el mundo, unidos a su alma, limpia y enamorada. Dice santo Tomás en la 2a-2ae q. 91 a. 1 resp sobre el Canto Litúrgico, que tanto cuanto asciende el hombre a Dios por la divina alabanza, se aleja de lo que va contra Dios. El hombre asciende a Dios por medio de la divina alabanza, que le eleva alejándolo de lo que se opone a Dios, el egoismo y la soberbia, y lo convierte en hombre interior. La alabanza exterior de la boca ayuda a motivar el amor interior del que alaba. La alabanza exterior de los labios contribuye a aumentar el amor del que alaba, como lo había experimentado muy bien San Agustín viviendo la experiencia de la Iglesia que canta. La melodía divina con su fuerza transformante, lo había conducido al camino de su conversión. Confiesa el Santo que cuando oía los himos, de los salmos y de los cánticos en Milán, se sentía vivamente conmovido a la voz de tu Iglesia, que le impulsaba suavemente. Aquellas voces se mantenían en mis oídos y destilaban la verdad en mi corazón; encendían en mí sentimientos de piedad; entretanto derramaba lágrimas que me hacían bien (Conf. IX 6-14). En la Iglesia de Cristo, que es hogar de gozo, el canto es esperanza en acto porque es plegaria. Por lo tanto dedicarse a cantar a Dios y a escuchar la música sagrada es preparse para orar con mayor esperanza y a vivir la vida de Dios en nuestro santuario interior que desborda en la sociedad como anuncio del Reino de Cristo.
XII. LAS IMAGENES DE LA PATRONA DE LA MUSICA
A partir del Siglo XVI, la iconografía la representa llena de alegría por la presencia del Señor tocando instrumentos musicales, la lira, la cítara, el órgano, el clavicordio, el arpa, el violín, el violoncelo, y rodeada de ángeles cantando. Así la representan en el Louvre, Domenichino, Guido Reni, Rubens y Pierre Mignard. Desde la Catedral de Palermo a la Pinacoteca de Dresde, la figura de la mártir romana, personifica el espíritu del canto y de la música sacra, y sale de los límites de la música italiana para inspirar la música y la pintura europeas y el arte internacional ya que el arte no tiene fronteras, como no lo tiene el bien, ni la verdad ni la belleza, que viven en Dios y son participados por los hombres, que habiendo saboreado un retazo de hermosura, se enamoran de la plenitud de la belleza de Cristo Pantocrator. Porque la belleza, la verdad y el bien convergen y conducen a los hombres a reencontrarse con Dios.
XIII. LA PEDAGOGIA DEL ARTE
En la Pinacoteca de Bolonia se puede admirar un cuadro de Rafael que representa a Cecila, junto a instrumentos musicales, absorta en las armonías celestes. La Vida divina trinitaria, el Paraíso, la Comunión de los Santos son luz, armonía y color, santidad, que es belleza, magnificencia y esplendor. Ese es el ministerio de la liturgia y el magisterio del arte, ayudarnos a comprender mejor, a orar y a elevar nuestra mente a la armonía del Paraiso, al que estamos llamados. Los templos no son museos refinados, sino auxilios para afianzar nuestra fe y caminos de conversión interior. La música y el canto sagrado, las expresiones artíticas de la arquitectura, las pinturas, las imágenes, vienen a ser como sacramentales, para que los hombres, dotados de sentidos, se abran a su vocación de santidad, atraidos y fascinados por el aroma de los nardos de los santos, y por la blancura lilial de la Patrona de la Música CECILIA, Coeli-lilia, que en castellano significa Lirio del Cielo.