DE FLORES Y LÁGRIMAS
I
LAS FLORES se mueren sin un quejido,
sin un lamento, en un mudo desconcierto
sin poder apostatar de lo finito.
SU LECHO blanco silencio, parpadeante luz
que, en su agonía, en su seno las acogiera.
¡Migrantes almas de sus raíces ya ajenas!
QUEBRADOS tallos y amustiados pétalos,
minúsculas osamentas a las que el viento,
en delicadas ráfagas, haciéndolas honor,
reverencia difuminándolas
sobre una yerma tierra.
AMAINA el viento, quedo susurro,
que, en un suspiro, un responso eleva
sobre esas pequeñas tumbas
a cielo abierto.
II
DETÉN tu peregrinar exangüe lágrima
que al alfeizar, antes inmisericorde celosía,
te asomas en noches de mediodía.
NO TE MUESTRES ofendida
-tú que de un húmedo silencio brotas
cual rosa de Alejandría-
si te digo perezosa,
macerada al abrigo del calor,
aliviada por la brisa.
PEREGRINA lágrima, de la carnosa
mejilla se hizo la carne flor
y te posaste en ella frágil
como gota de rocío.
SOLLOZANTE flor,
la de los besos olvidada,
partió contigo la sonrisa
que se hizo amargo dolor.
SALOBRE lágrima, ya perdida
la sonrisa, aquélla que se hiciera
dolor, mudaste del semblante
su vivo y rosado color,
volviéndolo pálida cera;
mas, en la esbeltez de la vela,
el pábilo aún humea
de la llama el calor.
De "La alcancía de la memoria"
Lee todo en: Poema DE FLORES Y LÁGRIMAS, de Plateles, en Poemas del Alma http://www. poemas-del-alma. com/blog/mostrar-poema-315777# ixzz3CukiTyh1
I
LAS FLORES se mueren sin un quejido,
sin un lamento, en un mudo desconcierto
sin poder apostatar de lo finito.
SU LECHO blanco silencio, parpadeante luz
que, en su agonía, en su seno las acogiera.
¡Migrantes almas de sus raíces ya ajenas!
QUEBRADOS tallos y amustiados pétalos,
minúsculas osamentas a las que el viento,
en delicadas ráfagas, haciéndolas honor,
reverencia difuminándolas
sobre una yerma tierra.
AMAINA el viento, quedo susurro,
que, en un suspiro, un responso eleva
sobre esas pequeñas tumbas
a cielo abierto.
II
DETÉN tu peregrinar exangüe lágrima
que al alfeizar, antes inmisericorde celosía,
te asomas en noches de mediodía.
NO TE MUESTRES ofendida
-tú que de un húmedo silencio brotas
cual rosa de Alejandría-
si te digo perezosa,
macerada al abrigo del calor,
aliviada por la brisa.
PEREGRINA lágrima, de la carnosa
mejilla se hizo la carne flor
y te posaste en ella frágil
como gota de rocío.
SOLLOZANTE flor,
la de los besos olvidada,
partió contigo la sonrisa
que se hizo amargo dolor.
SALOBRE lágrima, ya perdida
la sonrisa, aquélla que se hiciera
dolor, mudaste del semblante
su vivo y rosado color,
volviéndolo pálida cera;
mas, en la esbeltez de la vela,
el pábilo aún humea
de la llama el calor.
De "La alcancía de la memoria"
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