Por y para las abuelitas
ELLA NUNCA SE QUEJÓ
Mi abuela no era pudiente,
más, tenía un capital,
en cariño y simpatía
para dar y regalar.
A todo el mundo alegraba
con fábulas y acertijos,
y para los buenos tragos
siempre tenía el botijo.
Contaba cosas bonitas
jugando a pares y nones,
aunque las penitas suyas
las tuviera por “serones”.
Pues la vida no era fácil
para nadie en aquel tiempo,
pero nunca demostró
que tuviera sufrimiento.
Para criar tantos hijos
no tuvo que ser sencillo,
pero ella siempre tenía
un “mendrugo” en el bolsillo.
Pa. Sa. Ma.
ELLA NUNCA SE QUEJÓ
Mi abuela no era pudiente,
más, tenía un capital,
en cariño y simpatía
para dar y regalar.
A todo el mundo alegraba
con fábulas y acertijos,
y para los buenos tragos
siempre tenía el botijo.
Contaba cosas bonitas
jugando a pares y nones,
aunque las penitas suyas
las tuviera por “serones”.
Pues la vida no era fácil
para nadie en aquel tiempo,
pero nunca demostró
que tuviera sufrimiento.
Para criar tantos hijos
no tuvo que ser sencillo,
pero ella siempre tenía
un “mendrugo” en el bolsillo.
Pa. Sa. Ma.