EL HOMBRE DEL SOMBRERO DE COPA
Esbelto, largo y con sombrero de copa,
su triste imagen sin saber aún galopa;
en busca de aquel insigne sueño ya perdido
que en las noches le acecha y lo tiene hundido.
Día a día siente exhalar un quejido
no sabe si es ella, porque él ya se ha ido.
Queda ese pañuelo de cuando en la tropa
su olor en medio de la lucha le arropa.
¡Cómo un jabato en la batalla él mata!
con cada muerte en sus manos sostiene
el pañuelo blanco que le sabe a plata.
El recuerdo de su amor solo mantiene
en su corazón herida esta sonata,
cuyos cántares como eco en él resuene.
El amor más grande que nunca sintió
que con la guerra su furor hoy frena,
le quema y sabe que ella ¡ya lo devoró!
Cual si fuera de Troya la bella Helena,
a su amada jamás rapto ni confundió,
porque su amor es sólido no es de arena.
No quiere ir hacia atrás, no en sentido a popa
volver con su amada juro con una copa,
el amor que siente por ella es aún fluido
sueña con que en ella no este muerto, este ido.
Va en su búsqueda con el traje florido
al verla sin querer le brota un gaznido
a vuelto aturdido de la vieja Europa,
y seguro que su amor a él le dopa.
Un beso y una flor.
Alfredo Daniel López.
Lee todo en: Poema EL HOMBRE DEL SOMBRERO DE COPA, de Alfredo Daniel López, en Poemas del Alma http://www. poemas-del-alma. com/blog/mostrar-poema-345627# ixzz3Yc1K4Yvf
Esbelto, largo y con sombrero de copa,
su triste imagen sin saber aún galopa;
en busca de aquel insigne sueño ya perdido
que en las noches le acecha y lo tiene hundido.
Día a día siente exhalar un quejido
no sabe si es ella, porque él ya se ha ido.
Queda ese pañuelo de cuando en la tropa
su olor en medio de la lucha le arropa.
¡Cómo un jabato en la batalla él mata!
con cada muerte en sus manos sostiene
el pañuelo blanco que le sabe a plata.
El recuerdo de su amor solo mantiene
en su corazón herida esta sonata,
cuyos cántares como eco en él resuene.
El amor más grande que nunca sintió
que con la guerra su furor hoy frena,
le quema y sabe que ella ¡ya lo devoró!
Cual si fuera de Troya la bella Helena,
a su amada jamás rapto ni confundió,
porque su amor es sólido no es de arena.
No quiere ir hacia atrás, no en sentido a popa
volver con su amada juro con una copa,
el amor que siente por ella es aún fluido
sueña con que en ella no este muerto, este ido.
Va en su búsqueda con el traje florido
al verla sin querer le brota un gaznido
a vuelto aturdido de la vieja Europa,
y seguro que su amor a él le dopa.
Un beso y una flor.
Alfredo Daniel López.
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