DEDICADO A MI AMIGO DE CLASE, TEÓFILO ZUAZO.
Por las mañanas era mi madre María Jesús Pastor 'la modista' la encargada de levantarme para acudir a la escuela y alguna vez era mi hermana Leonor la encargada de esta tarea.
Nos situamos en un día lectivo de entre la semana, allí por el año 1955, a mis 9 añitos de edad.
Vivíamos entonces en la C/ Avenida de Navarra y a mi salida de casa solíamos esperarnos para ir juntos a la escuela, Fernando Gastón, José Pérez, Julio Santander, Antonio Muñoz, Conrado Pérez, Antonio Lander y Fernando Ansótegui, y otros niños. Salíamos de nuestras casas no muy bien desayunados, entonces eran tiempos difíciles a escasos años de concluir la guerra civil española y existía todavía el llamado "racionamiento".
El debaneo del ir i benir en mi calle junto a la Plaza del Carmen era continuo, en ellas se daban: En la C/ Avenida de Navarra junto a mi puerta una Abacería de Donato Pérez, la guarnicionería de Erasmo Lander Galdeano (número 17), la tienda de Amancio Palacios Ibáñez, que servía también de Estanco (número 20), la zapatería de Francisco Faces Agillo (número 31), un veterinario, Prudencio Cenzano Insua (número 33), una carpintería de Nicolás Santander López (número 26 y en la misma casa una telefonista, Prudencia Santander López), un herrero, Luis Calvo Ruiz Carrillo, (número 20), el alojamiento de la Guardia Civil en el número 53, todo ello por la parte de abajo de la calle.
Ya en la calle en el corto espacio que existe a la calle hoy día Paseo Los Fueros donde se hallaba situada la escuela, tenía una zapateria, Modesto Zabala Morentín (Número 2) y así transcurría el cotidiano trabajo de todos los días, labradores y arrieros con sus carros y caballerías subiendo y bajando la citada calle con voces estruendosas como: " ¡Huesque, Campera, huesque, huesque... o " ¡corre mulilla, torda, campanillera!"... algunas veces las menos algún ex
altado con la tralla en la mano vociferaba alguna blasfemia.
En la esquina de la calle Taconera, casi todos los días y a la misma hora, el señor Andrés Arrese, alguacil de la villa, pregonaba a son de gaita y tambor los bandos públicos del Ayuntamiento con aquel comienzo tan popular y castizo, "Por orden del señor Alcalde hago saber a todo el vecindario..."; al lado derecho el señor Pedro Olano trabajaba en su pequeño taller de carpintería y en el invierno en su trujal sito en la misma casa.
En la Plaza del Carmen (en lo que hoy es la tienda de la Glori) el señor Miguel Lagos ayudado por sus hijos Miguel y Pedro trabajaba afanosamente en la fragua, mientras, frente de ellos la señora Juana vendía sus ricas verduras y chucherías. Un poco más arriba a la margen derecha de la plaza se hallaba situada la tienda de la señora Justa y de su marido Miguel y la panadería del señor Julián Zabala que diariamente amasaba con sus hijos Jesús y Juan José el rico pan que tanta fama les dio, y la señora Canuta López Alda vociferaba con simpatía sus ricas verduras a la venta. Algún perro como el 'moro' de Amadeo Sarabia Cabredo era espantado a pedradas por nosotros y así tranquilamente llegábamos a la escuela con nuestra mochila de trapo y en ella un pizarrita obscura, de forma rectángular, y en general con un marco de madera destinada a escribir sobre ella con un pizarrín (una barrita no muy dura que servía para escribir), la enciclopedia elemental, colores y poco más.
En el patio escolar y junto con el claustro de frofesores se izaban las banderas en un mástil al canto del 'Cara al Sol' y se hacía el rezo de la oración pertinente. Las banderas eran tres, a saber: la española roja y gualda (en medio), la de la Falange roja y negra (tres bandas verticales, dos rojas laterales y una negra en el centro (a la derecha) y la Tradicionalista blanca con la cruz de San Andrés en rojo, usada en la Reconquista y en Flandes y que encarnaba el pasado glorioso de España (a la izquierda). Al finalizar la jornada estas tres banderas eran arriadas al son de un cántico patriótico.
Una vez cada uno en su aula correspondiente, daba comienzo la clase.
Mi maestro D. Pablo Lacarra Gudel comenzaba la clase:
Niños hoy daremos Historia de España, escrita por D. José Mª Pemán, tocaremos el tema de la entrada en España de los bárbaros.
Después las preguntas:
-Jesús Mari, en el año 414 ¿quién era el rey de los godos? de pie y pensativo contesta, Ataulfo. -Muy bien contestado niño-.
Nuestro profesor Lacarra con su inseparable correa de cuero de unos 25 centímetros en la mano era inseparable de él se fijaba en todo dando vueltas por el aula: ¡Marcelino! Alimenta la estufa, que está medio apagada y tú, Oscar, cuidado con el botijo. Pero alguno que era muy travieso algo hizo con algún tintero o algo le tiró alguno con algún clarión, no recuerdo muy bién, el caso es que salió mal parado, con voz de pocos amigos nuestro maestro en voz alta vociferaba: "Teófilo ayer rompiste un cristal" y ¿ahora que estás haciendo? Ponte de rodillas con los brazos en cruz y le puso un libro un poco pesado en cada mano unos minutos y además se quedó sin recreo.
De los recreos el amigo Teo se acuerda muy bien de las carreras pedestres que hacíamos la 'vuelta pequeña y grande' por delante de los participantes niños haciendo de motoristas y por detrás al final vigilando quien se retiraba. ¿Te acuerdas quien era el que ganaba todas las carreras?.
A la salida al recreo tomábamos un baso de leche en polvo, queso americano y nada de croissants, a los humildes como yo nos daban dos vasos. Proseguían las clases de Religión (con temas como "El nombre del cristiano" El Credo" "La Virgen María" y un largo etc.) Aritmética ("Los mapas" "Los puntos Cardinales" "Los ríos, mares, puertos y montañas" "Las provincias" etc.) Ciencias Naturales (" Seres artificiales y naturales" "Estado de los cuerpos: Sólido, líquido y gaseoso, Etc.).
Recuerdo con nostalgia aquel calendario tan peculiar que teníamos los niños/as: Lunes a canicas, martes al pinar, miércoles al hinque, jueves a escardar, viernes a montiña y sábado a ordeñar.
A la salida de la clase dando vuelta en fila india entonábamos con entusiasmo las canciones conocidas patrióticas o didactas o aquellas fáciles de geografía elemental: "Hay una región central/ no tiene mar ni frontera/ su capital es Madrid/ su nombre Castilla Nueva.
Pero de todos aquellos recuerdos de juegos: pelota, fútbol, canicas, chapas, la soga de las niñas, los alfileres, las tablas, etc..., me quedo con el final de aquel famoso poema "El Diamante" de D. José Rosas:
"... el hombre no educado,
cual piedra desconocida,
suele encontrarse en la vida
triste, sin luz, despreciado;
mas si a estudiar consagrado,
busca el saber con anhelo,
tornase en dicha su duelo;
la educación le embellece,
y en su alma resplandece
refleja la luz del cielo.
Manuel González Pastor, "Un día en la escuela", Periódico Escolar "Clarión" número 18, C. Público R. de Maeztu, Oyón, febrero de 2002, pp. 4-5.
Manuel González Pastor.
Por las mañanas era mi madre María Jesús Pastor 'la modista' la encargada de levantarme para acudir a la escuela y alguna vez era mi hermana Leonor la encargada de esta tarea.
Nos situamos en un día lectivo de entre la semana, allí por el año 1955, a mis 9 añitos de edad.
Vivíamos entonces en la C/ Avenida de Navarra y a mi salida de casa solíamos esperarnos para ir juntos a la escuela, Fernando Gastón, José Pérez, Julio Santander, Antonio Muñoz, Conrado Pérez, Antonio Lander y Fernando Ansótegui, y otros niños. Salíamos de nuestras casas no muy bien desayunados, entonces eran tiempos difíciles a escasos años de concluir la guerra civil española y existía todavía el llamado "racionamiento".
El debaneo del ir i benir en mi calle junto a la Plaza del Carmen era continuo, en ellas se daban: En la C/ Avenida de Navarra junto a mi puerta una Abacería de Donato Pérez, la guarnicionería de Erasmo Lander Galdeano (número 17), la tienda de Amancio Palacios Ibáñez, que servía también de Estanco (número 20), la zapatería de Francisco Faces Agillo (número 31), un veterinario, Prudencio Cenzano Insua (número 33), una carpintería de Nicolás Santander López (número 26 y en la misma casa una telefonista, Prudencia Santander López), un herrero, Luis Calvo Ruiz Carrillo, (número 20), el alojamiento de la Guardia Civil en el número 53, todo ello por la parte de abajo de la calle.
Ya en la calle en el corto espacio que existe a la calle hoy día Paseo Los Fueros donde se hallaba situada la escuela, tenía una zapateria, Modesto Zabala Morentín (Número 2) y así transcurría el cotidiano trabajo de todos los días, labradores y arrieros con sus carros y caballerías subiendo y bajando la citada calle con voces estruendosas como: " ¡Huesque, Campera, huesque, huesque... o " ¡corre mulilla, torda, campanillera!"... algunas veces las menos algún ex
altado con la tralla en la mano vociferaba alguna blasfemia.
En la esquina de la calle Taconera, casi todos los días y a la misma hora, el señor Andrés Arrese, alguacil de la villa, pregonaba a son de gaita y tambor los bandos públicos del Ayuntamiento con aquel comienzo tan popular y castizo, "Por orden del señor Alcalde hago saber a todo el vecindario..."; al lado derecho el señor Pedro Olano trabajaba en su pequeño taller de carpintería y en el invierno en su trujal sito en la misma casa.
En la Plaza del Carmen (en lo que hoy es la tienda de la Glori) el señor Miguel Lagos ayudado por sus hijos Miguel y Pedro trabajaba afanosamente en la fragua, mientras, frente de ellos la señora Juana vendía sus ricas verduras y chucherías. Un poco más arriba a la margen derecha de la plaza se hallaba situada la tienda de la señora Justa y de su marido Miguel y la panadería del señor Julián Zabala que diariamente amasaba con sus hijos Jesús y Juan José el rico pan que tanta fama les dio, y la señora Canuta López Alda vociferaba con simpatía sus ricas verduras a la venta. Algún perro como el 'moro' de Amadeo Sarabia Cabredo era espantado a pedradas por nosotros y así tranquilamente llegábamos a la escuela con nuestra mochila de trapo y en ella un pizarrita obscura, de forma rectángular, y en general con un marco de madera destinada a escribir sobre ella con un pizarrín (una barrita no muy dura que servía para escribir), la enciclopedia elemental, colores y poco más.
En el patio escolar y junto con el claustro de frofesores se izaban las banderas en un mástil al canto del 'Cara al Sol' y se hacía el rezo de la oración pertinente. Las banderas eran tres, a saber: la española roja y gualda (en medio), la de la Falange roja y negra (tres bandas verticales, dos rojas laterales y una negra en el centro (a la derecha) y la Tradicionalista blanca con la cruz de San Andrés en rojo, usada en la Reconquista y en Flandes y que encarnaba el pasado glorioso de España (a la izquierda). Al finalizar la jornada estas tres banderas eran arriadas al son de un cántico patriótico.
Una vez cada uno en su aula correspondiente, daba comienzo la clase.
Mi maestro D. Pablo Lacarra Gudel comenzaba la clase:
Niños hoy daremos Historia de España, escrita por D. José Mª Pemán, tocaremos el tema de la entrada en España de los bárbaros.
Después las preguntas:
-Jesús Mari, en el año 414 ¿quién era el rey de los godos? de pie y pensativo contesta, Ataulfo. -Muy bien contestado niño-.
Nuestro profesor Lacarra con su inseparable correa de cuero de unos 25 centímetros en la mano era inseparable de él se fijaba en todo dando vueltas por el aula: ¡Marcelino! Alimenta la estufa, que está medio apagada y tú, Oscar, cuidado con el botijo. Pero alguno que era muy travieso algo hizo con algún tintero o algo le tiró alguno con algún clarión, no recuerdo muy bién, el caso es que salió mal parado, con voz de pocos amigos nuestro maestro en voz alta vociferaba: "Teófilo ayer rompiste un cristal" y ¿ahora que estás haciendo? Ponte de rodillas con los brazos en cruz y le puso un libro un poco pesado en cada mano unos minutos y además se quedó sin recreo.
De los recreos el amigo Teo se acuerda muy bien de las carreras pedestres que hacíamos la 'vuelta pequeña y grande' por delante de los participantes niños haciendo de motoristas y por detrás al final vigilando quien se retiraba. ¿Te acuerdas quien era el que ganaba todas las carreras?.
A la salida al recreo tomábamos un baso de leche en polvo, queso americano y nada de croissants, a los humildes como yo nos daban dos vasos. Proseguían las clases de Religión (con temas como "El nombre del cristiano" El Credo" "La Virgen María" y un largo etc.) Aritmética ("Los mapas" "Los puntos Cardinales" "Los ríos, mares, puertos y montañas" "Las provincias" etc.) Ciencias Naturales (" Seres artificiales y naturales" "Estado de los cuerpos: Sólido, líquido y gaseoso, Etc.).
Recuerdo con nostalgia aquel calendario tan peculiar que teníamos los niños/as: Lunes a canicas, martes al pinar, miércoles al hinque, jueves a escardar, viernes a montiña y sábado a ordeñar.
A la salida de la clase dando vuelta en fila india entonábamos con entusiasmo las canciones conocidas patrióticas o didactas o aquellas fáciles de geografía elemental: "Hay una región central/ no tiene mar ni frontera/ su capital es Madrid/ su nombre Castilla Nueva.
Pero de todos aquellos recuerdos de juegos: pelota, fútbol, canicas, chapas, la soga de las niñas, los alfileres, las tablas, etc..., me quedo con el final de aquel famoso poema "El Diamante" de D. José Rosas:
"... el hombre no educado,
cual piedra desconocida,
suele encontrarse en la vida
triste, sin luz, despreciado;
mas si a estudiar consagrado,
busca el saber con anhelo,
tornase en dicha su duelo;
la educación le embellece,
y en su alma resplandece
refleja la luz del cielo.
Manuel González Pastor, "Un día en la escuela", Periódico Escolar "Clarión" número 18, C. Público R. de Maeztu, Oyón, febrero de 2002, pp. 4-5.
Manuel González Pastor.
manolo y la bomba de cohete en la estufa, que subieron los aros un metro
Manolo buenos días, Benditos los ojos que te ven, ya sabes Manolo que esas cosas se hacen sin malicia cosas de chavales traviesos que no pensaban en lo que podía haber pasado, pero total no me gane yo mas que una paliza del Maestro y sin comer, pero lo bueno lo que nos reímos despumes de 54 años y nos acordamos de la faena, y te digo esos años por que el día que nació mi hermano es el día que murió, y despumes de los palos no pensarías que iba a ir al entierro, buen Manolo pasa buen día,
un abrazo,
un abrazo,